El Sueño de Gala y Susi
En un pequeño barrio de Buenos Aires, donde el sol brillaba y el viento acariciaba las calles, vivían dos mejores amigas: Gala y Susi. Ambas compartían una gran pasión: el fútbol. Todos los días, después de clases, se dirigían al parque con su pelota, listas para jugar y divertirles.
Una tarde soleada, mientras estaban en el parque, Gala miró hacia el cielo y dijo:
"Susi, ¿te imaginas jugar en un estadio lleno de gente? Sería increíble, ¿no?"
"¡Sí! Pero primero tenemos que practicar mucho. ¿Te gustaría unirte a un equipo?"
"¡Claro! Sería genial ser parte de algo más grande. Vamos a preguntar en la cancha."
Así que, con su entusiasmo a flor de piel, ambas se acercaron al entrenador de un equipo local. El entrenador, un hombre de gran corazón llamado Don Ramón, las observó jugar y se dio cuenta del talento que tenían.
"Chicas, son muy buenas. Pero este equipo ya tiene suficientes jugadoras. Sin embargo, ¡no se desanimen! Hay un torneo en dos meses. Si logran formar su propio equipo y demostrar que son las mejores, tal vez puedan inscribirse. ¿Qué dicen?"
"¡Nosotros lo haremos!" gritaron al unísono.
Emocionadas, Gala y Susi comenzaron a reunir a sus amigas. Fui así como formaron el equipo Las Guerreras del Fútbol. Sin embargo, no todo fue fácil. Las otras chicas, aunque eran amigas, no estaban totalmente convencidas de poder competir.
"No sé si somos lo suficientemente buenas para un torneo. ¿Y si perdemos?" preguntó Sofía, una de sus amigas.
"No importa si perdemos, lo importante es intentarlo y divertirnos juntas", respondió Gala con una sonrisa.
El primer entrenamiento fue duro, pero todas estaban decididas a esforzarse. Comenzaron a practicar todos los días, corriendo, aprendiendo jugadas y sobre todo, animándose mutuamente.
Al cabo de unas semanas, el día del torneo se acercaba. Gala y Susi estaban nerviosas, pero decidieron hacer un ritual que las ayudara a estar más concentradas.
"Vamos a hacer un grito de guerra antes del primer partido. Juntas somos más fuertes" propuso Susi.
"¡Sí! Y cada vez que hagamos un gol, bailamos un poco. ¡Eso nos hará divertirnos aún más!" respondió Gala.
El gran día llegó, y el corazón de todas latía con fuerza. En su primer partido se enfrentaron a un equipo con mucha experiencia, Las Tigresas. Pero Las Guerreras no se dejaron intimidar. Con cada pase y cada carrera, notaron que el trabajo en equipo surtía efecto.
"¡Vamos, chicas! ¡Nos podemos, juntas!" gritaba Susi mientras corría detrás del balón.
"¡Nosotras somos guerreras! ¡A luchar!" exclamó Gala con una energía contagiosa.
Después de un frenético partido, el silbato sonó y el resultado fue ¡empate! A medida que avanzaban en el torneo, fueron enfrentándose a equipos más difíciles. A veces las victorias llegaban, pero también las derrotas.
"A veces se gana, a veces se pierde. Lo que importa es que estamos juntas y disfrutando", decía Gala después de un partido.
"Sí, eso es cierto. ¡Vamos por más!" respondía Susi.
Finalmente llegó a la final. A pesar del cansancio y los nervios, Las Guerreras estaban decididas a dar lo mejor de sí.
"Hoy es el día, vamos a demostrar todo lo que hemos aprendido", les dijo Don Ramón antes de comenzar el partido.
"¡Vamos, chicas! ¡A divertirnos!" exclamó Gala.
El partido comenzó y el tiempo parecía volar. Las Guerreras luchaban con todas sus fuerzas, pero el equipo rival fue muy fuerte. Fue un juego reñido, pero finalmente, con un espectacular gol de última hora de Susi, lograron ganar el partido.
"¡Lo hicimos! ¡Ganamos!" gritaron entre abrazos y risas.
Al final del torneo, no solo habían ganado un trofeo, sino que también habían creado recuerdos y lazos que durarían para siempre.
"Lo mejor de todo es que lo hicimos juntas", comentó Gala, aún emocionada.
"Y esto es solo el comienzo, ¡soñemos más alto!" respondió Susi, apuntando hacia el cielo.
Y así, las chicas no solo aprendieron del fútbol, sino también el valor de la amistad, la perseverancia y la importancia de trabajar juntos. De nunca rendirse, porque el verdadero triunfo está en disfrutar cada momento juntas. Y, por supuesto, en su próximo gran sueño: jugar en un estadio lleno de gente.
Con la fuerza de su amistad, no había meta que no pudieran alcanzar.
FIN.