El sueño de Ginzalo



Había una vez un niño llamado Agustín, pero todos lo conocían como A Ginzalo. A Ginzalo era un niño muy activo y siempre estaba buscando nuevas aventuras para vivir.

Un día, mientras caminaba por el parque, vio a un grupo de niños jugando al básquet. Se quedó mirándolos por un rato y se dio cuenta de que le encantaría aprender a jugar ese deporte. - ¡Hola chicos! ¿Puedo jugar con ustedes? - preguntó A Ginzalo acercándose al grupo.

- Claro que sí, ¡bienvenido! - respondieron los niños sonriendo. A Ginzalo empezó a jugar con ellos y aunque no sabía mucho sobre el juego, se divertía muchísimo.

Los otros niños le enseñaron las reglas básicas del básquet y él estaba emocionado de poder aprender más sobre este deporte. Desde ese día en adelante, A Ginzalo dedicó todo su tiempo libre a practicar el básquet.

Iba al parque todos los días después de la escuela y jugaba con sus amigos hasta que oscurecía. Un día, mientras jugaban contra otro equipo en un torneo local, A Ginzalo hizo algo increíble. Faltaban solo unos segundos para que terminara el partido y estaban perdiendo por un punto.

El balón llegó a las manos de A Ginzalo y sin pensarlo dos veces lanzó el tiro desde la mitad de la cancha...

¡y entró! Todos los niños saltaron de alegría abrazando a A Ginzalo quien no podía creer lo que acababa de hacer: había ganado el partido para su equipo gracias a su tiro increíble. Desde ese día, A Ginzalo se convirtió en el héroe del equipo y todos los niños lo admiraban por su habilidad en el básquet.

Pero lo más importante para él era que había encontrado una pasión nueva que le encantaba y estaba dispuesto a seguir practicando y mejorando cada día.

Así, A Ginzalo aprendió la importancia de seguir sus sueños y trabajar duro para alcanzarlos. Y aunque no siempre es fácil, si uno tiene perseverancia y dedicación, puede lograr cualquier cosa que se proponga.

FIN.

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