El sueño de Gonzalo



Gonzalo era un niño curioso y soñador de 5 años que siempre había escuchado las historias maravillosas sobre su abuela, quien vivía en el cielo. Desde que su mamá le contó que su abuela estaba allí, Gonzalo no podía dejar de preguntarse cómo sería ese lugar. Un día, mientras miraba las nubes en el cielo, decidió que quería visitar a su abuela.

Empezó a buscar en el desván de su casa y encontró una caja llena de globos de colores. Sin dudarlo, comenzó a inflarlos y atarlos todos juntos. Cuando terminó, se tomó de los globos y rápidamente comenzó a elevarse por encima de las casas y los árboles. Gonzalo estaba emocionado, ¡iba rumbo al cielo! Pero de repente, un viento fuerte lo desvió hacia un lado y perdió el control, cayendo en un campo cercano.

Unos animales del lugar se acercaron con curiosidad y Gonzalo les contó su historia. -Hola, soy Gonzalo y quería ir al cielo para ver a mi abuela, pero parece que los globos no eran el mejor plan -les dijo con una sonrisa. Los animales, compadecidos, le ofrecieron ayuda. El búho sabio sugirió que le pidieran ayuda al águila, la reina de los cielos. El topo, muy astuto, les indicó por dónde encontrarla.

Gonzalo y sus nuevos amigos emprendieron el viaje y, después de sortear algunos obstáculos, llegaron a la cima de una montaña donde el águila tenía su nido. -Águila majestuosa, ¿podrías llevarme al cielo para ver a mi abuela? -le pidió Gonzalo con voz temblorosa. El águila, con su mirada serena, aceptó ayudarlo.

Montó en el lomo del águila y sintió el viento en su rostro mientras iban ascendiendo cada vez más alto. Finalmente, cruzaron las nubes y llegaron a un lugar maravilloso, lleno de colores y luz. Gonzalo vio a su abuela, quien lo recibió con los brazos abiertos. Pasaron un día inolvidable juntos, compartiendo anécdotas y risas.

Al atardecer, el águila lo llevó de vuelta a su hogar. Gonzalo se despidió de sus amigos animales con un abrazo, agradecido por su ayuda. Desde entonces, Gonzalo sabía que su abuela siempre estaría en su corazón y que, aunque no pudiera visitar el cielo físicamente, siempre podría encontrarla en sus recuerdos y en el amor de su familia.

FIN.

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