El sueño de Janer Cáceres
Érase una vez en un pequeño barrio de Buenos Aires, un niño llamado Janer Cáceres. Janer amaba el fútbol más que nada en el mundo. Desde que tenía memoria, lo único que hacía era jugar con su pelota en la calle. Su sueño era convertirse en un gran futbolista y jugar en la selección nacional.
Un día, mientras jugaba en la plaza con sus amigos, un hombre mayor los observaba desde un banco. Al final del partido, se acercó a ellos y les dijo: "¡Hola, chicos! Me llamo Don Ramón y fui futbolista en mi juventud. Veo que tienen mucho talento. ¿Les gustaría unirse a un equipo?".
Los ojos de Janer brillaron de emoción. "¡Claro! ¿Cómo hacemos para unirse?" - preguntó ansiosamente. "El equipo se llama Los Jinetes del Fútbol. Tenemos prácticas los sábados. ¿Les gustaría venir?".
Todos estuvieron de acuerdo y se comprometieron a ir a la primera práctica. Después del primer entrenamiento, Don Ramón los observó con atención y vio el gran potencial de Janer. "Tienes una gran habilidad, Janer. Me gustaría que te quedes después de la práctica para entrenarte un poco más. ¿Te parece?"
Janer no podía creerlo. "¡Sí! ¡Me encantaría!".
Con el paso del tiempo, Janer se convirtió en la estrella del equipo. Todos los sábados, no solo practicaba con su equipo, sino que también entrenaba extra con Don Ramón. Hacía ejercicios de dribbling, precisión en los pases y jugadas de equipo. Cada vez que Janer hacía un gol, sus amigos lo aplaudían. "¡Sos el mejor, Janer!" - le decían.
Sin embargo, un día, una niña llamada Sofía se acercó a él en la práctica. "Janer, he visto cómo juegas y me gustaría que me enseñaras. Todos en la escuela dicen que el fútbol es solo para chicos. ¿Es verdad?".
Janer sonrió y le respondió: "¡Claro que no! Fútbol es para todos. Si querés, podemos practicar juntos después del entrenamiento". Y así, comenzaron a practicar juntos. Janer enseñó a Sofía a driblar y a pasar la pelota. Pronto, ella se unió a Los Jinetes del Fútbol.
El equipo se volvió más fuerte y todos celebraron la inclusión de Sofía. Un día, el equipo recibió una invitación para participar en un torneo muy importante. Janer se emocionó, pero también comenzó a sentir nervios.
"Don Ramón, tengo miedo de no ser lo suficientemente bueno para este torneo" - le confesó en un entreno. "Todos confían en ti, Janer. Lo importante es jugar en equipo y divertirse. ¡Haz lo que más te gusta!".
Con esas palabras de aliento, Janer se sintió más tranquilo. El día del torneo llegó. Era un día soleado y todos en el barrio estaban muy emocionados.
El primer partido fue difícil, pero Janer jugó muy bien. Sofía también brilló en la cancha. Juntos, lideraron a su equipo hacia la victoria. Pero en la final, se encontraron con un rival muy fuerte. Aquel juego era intenso, lleno de emoción. El marcador estaba empatado y solo quedaban dos minutos.
Janer se sentía ansioso, pero se acordó de las palabras de Don Ramón. "Confía en tus compañeros y en ti mismo". Así que, en un momento decisivo, pasó la pelota a Sofía. "¡Sofía, ¡es tu momento!".
Ella tomó el balón, hizo un dribble extraordinario y lanzó la pelota hacia el arco. ¡Gol! El estadio estalló de alegría.
Tras el partido, mientras recibían el trofeo, Janer se dio cuenta de que lo más importante no era ganar, sino disfrutar el juego y compartirlo con sus amigos. "Esto es un trabajo en equipo, y siempre debemos apoyarnos unos a otros".
Desde ese día, Janer y Sofía continuaron jugando fútbol. Janer cumplió su sueño de ser futbolista, y más importante aún, descubrió que el deporte es para todos.
Y así, en el pequeño barrio donde nació, Janer Cáceres se convirtió en una inspiración para muchos, enseñando que con esfuerzo, dedicación y trabajo en equipo, cualquier sueño puede hacerse realidad.
FIN.