El Sueño de Jardin
En un pequeño y colorido barrio de Buenos Aires, vivía un niño llamado Jardin. Era un chico curioso, lleno de energía y siempre tenía una sonrisa en el rostro. Aunque su familia no era rica, Jardin era feliz con lo que tenía. Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, encontró un billete extraño en el suelo. Era un boleto de lotería.
"¡Mirá lo que encontré!" - dijo Jardin, sosteniendo el billete entre sus manos.
Sus amigos se acercaron corriendo.
"¿Qué es eso?" - preguntó Mila, con los ojos muy abiertos.
"Es un boleto de lotería. ¡Tal vez me haga millonario!" - respondió Jardin, emocionado.
Al día siguiente, mientras desayunaba, Jardin miró el billete y decidió que iba a buscar la manera de comprobar si había ganado algo. Se lo mostró a su mamá.
"Mamá, mirá lo que encontré. ¿Ahora qué hago?" - preguntó Jardin.
"Oh, cariño, primero debes ir a la lotería y ver si efectivamente ganó algo" - le respondió su mamá, con una sonrisa.
Jardin, lleno de emoción, corrió hasta la estación de lotería del barrio.
Al llegar, el señor de la lotería lo miró y dijo:
"¡Hola, pibe! ¿Qué traés ahí?"
"Este boleto, ¿gané algo?" - preguntó Jardin, con el corazón latiendo fuerte.
El señor revisó el billete y comenzó a sonreír.
"¡Felicidades, pibe! Ganaste un montón de cosas, entre ellas una casa y un auto nuevo".
Jardin no podía creer lo que escuchaba. Volvió a casa corriendo y le contó la noticia a su familia.
"¡Mamá! ¡Papá! ¡No vas a creer lo que pasó! ¡Ganamos la lotería!"
Los padres de Jardin se miraron atónitos y luego abrazaron a Jardin con alegría.
"Esto cambiará nuestras vidas, querido. Pero debemos pensar bien en lo que vamos a hacer" - dijo su papá.
Con el dinero, Jardin y su familia decidieron comprar una casa más grande y un lindo auto. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, se dieron cuenta de que no todo era tan perfecto. La nueva casa requería mucho mantenimiento y el auto a veces les daba problemas.
Un día, Jardin estaba triste.
"No sé si vale tanto la pena, mamá. Me gustaba más antes, cuando éramos felices con lo poco que teníamos".
"Yo también lo siento, hijo. La felicidad no se mide por lo que tenemos, sino por lo que hacemos y compartimos con los demás".
"¿Y si hacemos algo bueno con el dinero?" - sugirió Jardin.
"¡Esa es una gran idea!" - respondió su madre llenándose de entusiasmo.
Jardin decidió que, en lugar de gastar todo el dinero en cosas materiales, quería ayudar a los demás. Junto a su familia, organizaron una fiesta en el parque del barrio para compartir con todos. Invitaron a los vecinos y prepararon juegos, música y comida.
El día de la fiesta, el parque se llenó de risas. Jardin se dio cuenta de que la gracia no estaba en tener cosas, sino en compartir momentos con sus amigos y familiares.
"¡Esto es lo mejor, mamá!" - exclamó Jardin mientras todos disfrutaban.
Desde entonces, Jardin aprendió a usar su suerte para ayudar a los demás. Cada mes, usaba un poco de su dinero para aportar a causas locales: un comedor, la escuela y hasta organizar más fiestas.
"¡Es increíble lo que podemos hacer juntos!" - dijo uno de sus amigos.
Jardin sonrió, comprendiendo que su verdadera fortuna no estaba en la casa o el auto, sino en la felicidad de hacer sonreír a otros.
Al final, Jardin entendió que aunque el dinero era útil, lo más importante era el amor y la amistad que compartían.
Y así, desde entonces, Jardin fue conocido no solo como el chico de la lotería, sino como el niño con el corazón más grande del barrio.
FIN.