El Sueño de Jayden



Había una vez en la hermosa ciudad de Armenia, un niño de 8 años llamado Jayden Osorio. Desde muy pequeño, Jayden soñaba con ser un gran futbolista profesional. Cada día, se despertaba con la emoción de saber que había estado un paso más cerca de su sueño.

Con su mochila a cuestas, Jayden caminaba hacia su escuela, donde no solo estudiaba matemáticas y ciencias, sino que también jugaba fútbol con sus amigos durante los recreos. Se esforzaba mucho en sus estudios, ya que sabía que la educación era la base para lograr lo que quería.

- “¡Mirá cómo driblo a todos! ” - gritaba Jayden mientras hacía finos movimientos con el balón en los pies.

- “¡Sos un genio, Jayden! Un día vas a jugar en la selección argentina” - respondía su amigo Lucas, mientras lo aplaudía.

Después de clase, Jayden se dirigía a la escuela de fútbol, donde entrenaba duro. Su entrenador, el señor López, siempre lo alentaba.

- “Recuerda, Jayden, la práctica y el esfuerzo te llevarán lejos. Pero también necesitas ser un buen compañero” - le decía el entrenador con una sonrisa.

Jayden tomaba muy en serio esos consejos, y siempre se esforzaba por ayudar a sus compañeros de equipo. Esto lo convertía en uno de los jugadores más queridos de su escuela.

En casa, sus padres, Marta y Carlos, siempre lo apoyaban.

- “Jayden, sabemos cuánto amas el fútbol. Estamos muy orgullosos de ti” - decía su mamá mientras le preparaba un buen plato de pastas para recuperar energías.

- “Nunca dejes de soñar, hijo. ¡Te vamos a ver en la cancha de un mundial! ” - añadía su papá.

Jayden también tenía una hermanita pequeña, Antonella, que lo adora. Ella siempre lo seguía con sus pequeños pasos y le decía:

- “¡Juega, Jay! ¡Quiero verte jugar! ” - con su vocecita alegre, lo alentaba mientras le daba abrazos.

Un día, mientras entrenaban, algo inesperado sucedió. El entrenador López anunció que un cazatalentos vendría a observar a los jugadores. Todos estaban emocionados, pero Jayden, que era un poco tímido, empezó a sentirse nervioso.

- “¿Y si no le gusto? ¿Y si juego mal? ” - murmuró Jayden, preocupado.

Su mamá, notando su inquietud, le dijo:

- “Jayden, no te preocupes. Solo da lo mejor de ti y disfruta del juego. Eso es lo que importa” - le sonrió.

El gran día llegó y Jayden fue al campo con gran determinación. Los jugadores del equipo estaban más nerviosos de lo habitual. Cuando el cazatalentos llegó y se sentó a observar, el corazón de Jayden latía fuertemente.

Durante el partido, hizo un gran pase a su compañero, quien anotó un gol espectacular. Todos aplaudieron e incluso Antonella gritó de alegría desde la tribuna:

- “¡Gol! ¡Gol de mi hermano! ”

Sin embargo, en un giro inesperado, Jayden tropezó y cayó al suelo tras un mal movimiento. El público se quedó en silencio. Jayden sintió que su corazón se hundía, pero recordó las palabras de su entrenador. Se levantó rápidamente, se sacudió el polvo y siguió jugando.

- “¡Vamos, Jayden, podés! ” - gritaban sus amigos desde la línea de banda.

No dejó que el accidente le arruinara el juego y dio su mejor esfuerzo. Al final del partido, el cazatalentos se acercó a Jayden.

- “¡Buen trabajo, chico! Tienes mucho potencial y te me acercarás para hablar de una nueva oportunidad” - le dijo con una sonrisa.

Jayden no podía creerlo.

- “¿De verdad? ¡Gracias! ” - exclamó, con los ojos brillantes.

La emoción llenó su corazón y se sintió muy afortunado. Al llegar a casa, fue recibido con abrazos.

- “Te lo dije, hijo. ¡Esto es solo el comienzo! ” - dijo su papá, muy orgulloso.

- “¡Yo siempre creí en vos! ” - dijo Antonella, mientras le daba un beso.

Jayden aprendió que, a veces, las cosas no salen como uno espera, pero lo importante es levantarse, seguir adelante y nunca dejar de soñar. Con el apoyo de su familia y su esfuerzo, estaba en el camino de cumplir su sueño de ser futbolista profesional. Y así, Jayden continuó entrenando, estudiando y demostrando que los sueños se pueden alcanzar cuando se trabaja con pasión y perseverancia.

FIN.

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