El sueño de Jerome


En un barrio tranquilo de Buenos Aires vivía Jerome, un niño apasionado por el fútbol. Desde pequeño soñaba con convertirse en un gran futbolista y jugar en los estadios más importantes del mundo.

Un día, mientras jugaba en la plaza con sus amigos, vio a un grupo de chicos mayores entrenando en una canchita cercana. Se acercó curioso y les preguntó si podía unirse a ellos.

Los chicos se rieron y le dijeron que era muy pequeño para jugar con ellos. Jerome no se desanimó, al contrario, eso lo motivó aún más. Decidió entrenar duro todos los días después de la escuela. Corría kilómetros, practicaba tiros al arco y mejoraba su técnica con el balón.

También pedía consejos a su vecino Don Carlos, quien había sido jugador profesional años atrás. Con el tiempo, Jerome se volvió tan bueno que los chicos mayores no tuvieron más remedio que aceptarlo en su equipo.

Juntos ganaron varios torneos locales y Jerome destacaba por su habilidad en el campo.

Un día, mientras caminaba por la calle con su uniforme puesto, fue abordado por un hombre elegante que resultó ser un ojeador de talentos de un club importante de la ciudad. Le propuso hacer una prueba para ingresar a las divisiones inferiores del club. Jerome estaba emocionado pero también nervioso.

Sabía que esta era su oportunidad para demostrar todo lo que había aprendido y alcanzar su sueño de ser futbolista profesional. El día de la prueba llegó y Jerome dio lo mejor de sí mismo en cada ejercicio. Sus regates eran imparables, sus pases precisos y sus goles espectaculares.

El ojeador no podía creer lo que veía y al finalizar le ofreció a Jerome formar parte del club. La noticia corrió rápidamente por el barrio y todos celebraron el logro del pequeño futbolista.

Pero Jerome sabía que esto era solo el comienzo de su carrera y que debía seguir esforzándose cada día para llegar aún más lejos. "¡Lo lograste, Jerome! ¡Eres un crack!" -le dijo uno de sus amigos emocionado.

"Gracias, amigos! Sin su apoyo nada hubiera sido posible" -respondió Jerome con una sonrisa radiante. Desde ese día, Jerome entrenaba con más determinación que nunca, siempre recordando que los sueños se cumplen con esfuerzo y perseverancia.

Y así fue como aquel niño del barrio se convirtió en una estrella del fútbol argentino, inspirando a muchos otros niños a seguir sus pasos y nunca rendirse ante los obstáculos.

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