El Sueño de Joan Miquel
Había una vez un niño llamado Joan Miquel que vivía en un pequeño pueblo llamado Binissalem. Desde que era muy pequeño, soñaba con ser un gran futbolista. Pasaba horas y horas en el parque jugando con sus amigos, driblando la pelota y haciendo goles imaginarios.
Un día, mientras jugaba con sus amigos, un entrenador del equipo local lo vio y se acercó.
"¡Hola, chico! Tienes mucho talento. ¿Te gustaría entrenar en el club de fútbol de Binissalem?" - dijo el entrenador con una sonrisa.
Joan Miquel no podía creer lo que estaba escuchando.
"¿Yo? ¡Sí, claro!" - respondió emocionado.
Comenzó a entrenar todos los días. Cada vez que tocaba la pelota, sentía que estaba un paso más cerca de su sueño. A medida que mejoraba, también se hizo más amable con sus amigos. Comenzó a invitarlos a entrenar juntos y a compartir sus consejos.
Sin embargo, no todo era fácil. En un partido decisivo, Joan Miquel cometió un error y perdió el balón, lo que llevó a que su equipo no ganara. Se sintió muy mal.
"No soy lo suficientemente bueno. Nunca podré ser un futbolista profesional" - le dijo a su mamá, con lágrimas en los ojos.
Su mamá, siempre alentadora, le respondió.
"Joan, todos cometen errores. Lo importante es aprender de ellos y seguir adelante. Para ser el mejor, hay que levantarse cada vez que caes".
Con estas palabras en mente, Joan Miquel decidió entrenar con más dedicación. Comenzó a estudiar jugadas, a ver videos de grandes futbolistas y a mejorar su condición física. Se dio cuenta de que cada práctica era una oportunidad para aprender algo nuevo.
Durante una de estas sesiones, un compañero de equipo se lastimó y Joan Miquel tuvo que jugar en una posición desconocida para él.
"No puedo hacerlo" - se quejó.
Pero su entrenador, que siempre estaba ahí para motivarlo, le dijo.
"Joan, a veces hay que salir de nuestra zona de confort para crecer. ¡Inténtalo!".
Así que, con un poco de nerviosismo, Joan Miquel aceptó el reto. Para su sorpresa, jugó muy bien en esa nueva posición y su equipo ganó el partido.
"¡Lo hice!", exclamó lleno de alegría.
Con el tiempo, se hizo un excelente jugador y fue seleccionado para un torneo importante en la ciudad. Pero justo antes del torneo, recibió una noticia inesperada.
"Joan Miquel, tu familia tiene que mudarse a otra ciudad por el trabajo de tu papá" - le dijo su mamá con tristeza.
Joan Miquel se sintió desanimado.
"¿Y qué pasará con mis sueños de ser futbolista?" - preguntó.
"Siempre podrás seguir practicando. El lugar no importa, lo que importa es tu dedicación y esfuerzo" - le respondió su mamá con determinación.
Así, aunque se mudó a la nueva ciudad, no dejó de practicar y jugar al fútbol. Conoció a nuevos amigos y se unió a un nuevo equipo.
Un día, en un torneo local, dejó a todos asombrados por su increíble talento y esfuerzo. Finalmente, un cazatalentos lo vio jugar y lo invitó a una prueba con un equipo profesional.
"¡Soy yo! ¡Lo logré!" - gritó Joan Miquel muy emocionado.
Pasaron los días, y con mucho trabajo y dedicación, logró su objetivo: ser un futbolista profesional. En su primer partido profesional, recordó todas las lecciones aprendidas y les dijo a todos sus amigos en Binissalem:
"Nunca dejen de seguir sus sueños, no importa cuán difíciles parezcan. Siempre habrá una oportunidad para brillar".
Así, Joan Miquel no solo se convirtió en un gran futbolista, sino también en un gran amigo y ejemplo para todos los chicos del pueblo, recordándoles que los sueños se alcanzan con esfuerzo y valentía.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.