El Sueño de Juan



En un barrio animado de Buenos Aires, había un niño llamado Juan. Con solo doce años, trabajaba junto a sus padres en un pequeño puesto de comida cerca de la terminal de transportes. Desde la caída del sol hasta la llegada de la madrugada, Juan ayudaba a vender empanadas, choripanes y su famosa milanesa en pan, un bocado que encantaba a todos los que pasaban.

Su rutina era un tanto complicada: durante el día, iba a la escuela, y por la tarde se preparaba para su último año en la secundaria, donde siempre se esforzaba por obtener buenas notas. Luego, después de la escuela, se dirigía al mercado para ayudar a sus padres hasta que la luna estaba bien alta en el cielo.

Una noche, mientras armaba la mesa con los productos, Juan vio a su amigo Tomás, un compañero de clase que había venido a asistir a la madre de Juan con unos mandados. Tomás miró por la ventana y vio a un grupo de chicos jugando fútbol en la calle. No pudo evitar sentir un poco de tristeza, ya que él también adoraba jugar, pero siempre tenía que irse antes para ayudar en el mercado.

"Hola, Juan, ¡qué lindo se ve el partido!" - dijo Tomás mientras sonreía, aunque con un toque de nostalgia en su voz.

"Sí, es verdad, Tomás. Pero tengo que ayudar a mis padres. Además, estoy ahorrando para comprarme un buen balón de fútbol para jugar en el parque" - respondió Juan, tratando de mantener el espíritu.

A medida que pasaban los días, Juan se daba cuenta de que muchos de sus compañeros de clase salían a jugar después de la escuela, mientras él estaba en el mercado. Así que un día, con el deseo de encontrar un mejor equilibrio entre el trabajo y la diversión,

Decidió hablar con sus padres. "Mamá, papá, quiero contarles algo. Amo trabajar con ustedes, pero también me gustaría tener un poco de tiempo para jugar y divertirme como mis amigos. ¿Podríamos organizar mejor los horarios?"

Sus padres, que siempre habían soñando a Juan con estudiar y realizar grandes cosas, lo miraron con compasión.

"Claro, hijo, entendemos lo importante que es para vos tener un tiempo para disfrutar y hacer amigos. ¿Qué te parece si trabajamos de manera más eficiente? Podemos hacer algunos cambios en la forma en que organizamos el puesto" - sugirió su madre, sonriendo.

Juan se sintió aliviado y emocionado. Con la ayuda de sus padres, decidieron dividir el trabajo y establecer turnos que permitieran más tiempo para que Juan jugara. Se pusieron a trabajar en la idea de crear un menú más sencillo y atractivo que permitiera que el puesto funcionara mejor.

Una semana más tarde, después de lo que se sintió como una eternidad, Juan recibió su primer balón de fútbol gracias a sus ahorros. Se unió a sus amigos en el parque. "¡Chicos, miren!" - gritó Juan mientras corría hacia ellos, mostrando su nuevo balón. "¡Vamos a jugar juntos!".

Sus amigos lo abrazaron. "¡Qué bueno, Juan! ¡Ahora siempre jugaremos contigo!" - respondieron, llenos de alegría.

Desde ese día, Juan aprendió que el equilibrio entre el trabajo y la diversión era clave. Sus padres le enseñaron que aunque era importante ayudar en el negocio familiar, también lo era cuidar su felicidad y disfrutar de la niñez.

Así, Juan siguió trabajando, pero siempre se aseguraba de tener un espacio en su vida para divertirse y compartir momentos especiales con sus amigos. Y cada vez que alguien le preguntaba si le gustaba trabajar en el puesto, él respondía con una gran sonrisa: "¡Sí! Y también me gusta jugar, ¡todo se puede hacer con un poco de organización!". A partir de ese momento, el mercado no solo fue un lugar de trabajo, sino también un lugar de sueños y felicidad.

FIN.

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