El Sueño de Juan Cruz
En un pequeño barrio de Argentina, vivía un niño llamado Juan Cruz. Desde que tenía memoria, Juan soñaba con ser futbolista profesional. Pasaba horas mirando partidos en la televisión, soñando con correr velozmente por la cancha, driblando rivales y metiendo goles como sus ídolos. Sin embargo, había un gran obstáculo en su camino: Juan tenía problemas de movilidad que a veces le dificultaban moverse con la agilidad que él deseaba. Además, su familia era muy humilde y no podía permitirse los lujos de un entrenamiento formal.
Un día, mientras jugaba con un grupo de chicos en el parque, un balón se escapó y se detuvo justo a sus pies. Los chicos lo miraron, esperando que alguien lo pateara lejos. Sin dudar, Juan tomó impulso y, aunque le costó un poco, logró devolver el balón con un hermoso remate.
"¡Wow, qué golazo, Juan!" - exclamó uno de los chicos, con los ojos abiertos de par en par.
"Sí, ¡sos un crack!" - dijo otro, sonriendo.
Ese día, Juan se sintió más seguro y, mientras llegaba a casa, soñó en grande. En su mente, el fútbol podía ser su escape, su oportunidad. Cuando llegó a casa, le contó a su mamá sobre su meta.
"Mamá, quiero ser futbolista. Tengo que entrenar y mejorar. Pero... no tengo cómo pagar clases de fútbol".
Su mamá le sonrió con ternura.
"Juan, el dinero no es lo único que necesitas. La pasión y el esfuerzo son claves. Siempre recuerda eso."
Con su madre apoyándolo, Juan decidió que no dejaría que la falta de recursos lo detuviera. Empezó a practicar todos los días en el parque, aprendiendo de sus amigos, observando y replicando lo que veía en la televisión. La pasión por el fútbol se encendía más en su interior con cada entrenamiento.
Un mes después, mientras practicaba, se acercó a él un hombre mayor que había estado observando desde un rincón.
"Hola, chico. Me llamo Don Carlos y solía ser entrenador. He visto cómo juegas. Te veo potencial, pero necesitas un plan, entrenamiento y disciplina."
La emoción hizo que Juan se pusiera de pie de un salto.
"¿De verdad? ¡Me encantaría entrenar!"
Don Carlos sonrió y continuó,
"Voy a ayudarte. Cada lunes y jueves, ven a mi casa y entrenaremos juntos. No importa lo que tengas, lo que importa es el esfuerzo y el corazón que le pongas."
Desde ese día, Juan no sólo entrenaba, sino que también aprendía lecciones valiosas de vida con Don Carlos. Se convirtió en su mentor y amigo. A medida que pasaba el tiempo, Juan mejoró sus habilidades y también ganó confianza.
Un día, Don Carlos le presentó la posibilidad de participar en un torneo local de fútbol 5.
"Juan, creo que estás listo. Quiero que te inscribas con un equipo".
"¿Y qué equipo sería, Don Carlos?" - preguntó Juan, un poco nervioso.
"Uno creado por nosotros mismos, llamaremos a otros chicos del barrio. Juntos, seremos uno."
Juan sintió que su corazón podía estallar de felicidad. Juntos, formaron el equipo, que lo llamaron "Los Sueños Unidos". Durante las semanas previas al torneo, todos se dedicaron a entrenar juntos.
Finalmente, llegó el día del torneo. Juan y sus amigos estaban nerviosos, pero llenos de entusiasmo.
"¡Vamos, equipo! Esta es una oportunidad para demostrar que con esfuerzo, todo se puede lograr!" - gritó Juan, contagiando a todos con su energía.
El torneo fue emocionante, lleno de risas, errores y aprendizajes. Cada gol que anotaban los acercaba más a la victoria. Cuando llegó la gran final, el equipo estaba muy emocionado, pero también un poco asustado. Al comienzo del partido, el equipo adversario logró un gol, pero eso no detuvo la pasión de Juan.
"No importa, ¡sigamos!" - les dijo, alentándolos a continuar.
Con un esfuerzo conjunto, "Los Sueños Unidos" lograron empatar y, en el último minuto, Juan tuvo la oportunidad de anotar el gol de la victoria. Con todo su corazón, corrió(¡así como pudo! ) hacia la pelota, la tomó y... ¡gol! El estadio estalló de alegría. Todo el barrio se acercó a apoyarlos.
Aunque no ganaron el torneo, Juan aprendió valiosas lecciones sobre la amistad, el trabajo en equipo, y que lo importante no era solo ganar, sino disfrutar del camino y perseguir sus sueños con coraje.
Después del partido, Don Carlos le dijo:
"Juan, estoy orgulloso de ti. La pasión por el fútbol no está en la movilidad, sino en el corazón. Siguí persiguiendo tu sueño, siempre habrá un camino."
Con renovada energía y determinación, Juan sabía que seguiría adelante y que no importaba cuán difícil pareciera, seguiría luchando por su sueño de ser futbolista profesional. Así, Juan Cruz, un niño con grandes sueños y un corazón aún más grande, sabía que nada era imposible si se lo proponía.
FIN.