El Sueño de Juan Jesús
Había una vez un niño llamado Juan Jesús que vivía en un pequeño pueblo. A Juan Jesús le encantaba el béisbol y soñaba con convertirse en un gran jugador algún día.
Pasaba horas practicando en su patio trasero, lanzando la pelota al aire y bateándola con todas sus fuerzas. Un día, se enteró de que iba a haber un importante juego de béisbol en su pueblo.
El equipo local se enfrentaría a uno de los equipos más fuertes de la región. Juan Jesús estaba emocionado por la oportunidad de ver jugar a los mejores jugadores. El día del partido llegó y el estadio estaba lleno de gente animada y entusiasmada.
Los jugadores salieron al campo y comenzó el juego. Juan Jesús observaba atentamente desde las gradas, admirando los movimientos rápidos y precisos de los jugadores. De repente, ocurrió algo inesperado: uno de los jugadores del equipo local se lesionó y no podía continuar jugando.
El entrenador del equipo estaba desesperado buscando a alguien que pudiera reemplazarlo rápidamente.
Juan Jesús sintió cómo su corazón latía más rápido cuando escuchó al entrenador decir: "¡Necesitamos a alguien que pueda jugar! ¿Hay alguien aquí que quiera intentarlo?"Sin pensarlo dos veces, Juan Jesús saltó de su asiento y corrió hacia el campo. Se paró frente al entrenador con determinación en sus ojos. "¡Yo puedo hacerlo!", dijo Juan Jesús confiado.
El entrenador lo miró sorprendido pero decidió darle una oportunidad. Le dio un uniforme, un guante y un bate, y Juan Jesús se preparó para entrar al campo. El juego estaba en su momento más emocionante.
El equipo local estaba perdiendo por un punto y necesitaban desesperadamente una carrera para empatar el partido. Era el turno de Juan Jesús de batear. Todos los ojos estaban puestos en él mientras caminaba hacia el plato.
Sintió la presión, pero se recordó a sí mismo que amaba el béisbol y que había practicado mucho para este momento. El lanzador del equipo contrario lanzó la pelota con fuerza. Juan Jesús concentró toda su energía y golpeó la pelota con todas sus fuerzas.
La multitud contuvo la respiración mientras veían cómo la pelota volaba por encima del campo. El balón fue más allá de las gradas y cayó fuera del estadio.
¡Juan Jesús había logrado un increíble homerun! Todos los espectadores estallaron en aplausos y gritos de alegría. La carrera empatada impulsó al equipo local a dar lo mejor de ellos durante el resto del juego. Gracias a su gran esfuerzo, ganaron finalmente el partido.
Juan Jesús fue llevado en hombros por sus compañeros de equipo, quienes lo felicitaban por su increíble actuación. Se dio cuenta de que aunque era solo un niño pequeño, podía hacer cosas grandes si creía en sí mismo y trabajaba duro para alcanzar sus sueños.
A partir de ese día, Juan Jesús se convirtió en una inspiración para todos los niños del pueblo. Les enseñó que no importa cuán pequeños sean, siempre pueden lograr cosas grandes si tienen pasión y determinación.
Y así, Juan Jesús continuó jugando béisbol, trabajando duro y soñando en grande. Quién sabe, tal vez algún día se convertirá en uno de los mejores jugadores de béisbol del mundo.
FIN.