El Sueño de Juan María



En un pequeño pueblo argentino, había una niña llamada Juan María, que soñaba con celebrar su fiesta de quince años de forma especial. Todos en el pueblo hablaban de sus quinceañeras deslumbrantes, con vestidos brillantes y grandes fiestas, pero Juan María tenía un sueño diferente. Ella quería hacer algo que nunca se había hecho antes: reunir a todos los niños del pueblo para compartir un día de alegría.

Un día, mientras caminaba por el parque, vio a sus amigos jugando y riendo. Juan María se acercó y dijo:

"¿Saben qué? El año que viene cumplo quince y quiero hacer una fiesta, pero no como las demás. Quiero invitar a todos los niños del pueblo y hacer un gran picnic."

Sus amigos se miraron sorprendidos.

"Pero eso no es lo usual, Juan María..." dijo su amigo Tomás.

"Eso es justo lo que quiero. A veces, me parece que solo pensamos en nosotros mismos en nuestros cumpleaños, pero ¿y los demás? ¡Quiero que todos disfrutemos juntos!"

Los amigos de Juan María se entusiasmaron y decidieron ayudarla. Comenzaron a planear el picnic:

"Podríamos traer juegos y comida rica", sugirió Ana.

"Y también una piñata, eso siempre es divertido", añadió Facundo.

A medida que se acercaba la fecha, Juan María y sus amigos trabajaron arduamente. Pasaban tardes enteras en la plaza, organizando actividades y decorando el lugar con globos y banderines. Pero cuando llegó el gran día, una nube gris apareció en el cielo.

"¡No puede ser!" exclamó Juan María, mirando el cielo.

"¿Qué haremos si llueve?" preguntó Tomás, algo preocupado.

Juan María no se desanimó.

"No hay que rendirse. Si llueve, podemos mover todo a la carpa grande del parque. ¡Lo importante es que todos se diviertan!"

Y así fue. Aunque el cielo se nubló, todos los niños del pueblo acudieron al llamado de Juan María. Se metieron en la carpa, donde la música sonaba y los juegos estaban listos.

Mientras compartían risas y caramelos, Juan María se sintió feliz, más que si hubiera tenido la fiesta tradicional que todos esperaban.

"Veo que todos están disfrutando y eso me llena el corazón de alegría", dijo Juan María a sus amigos.

"Esto es lo mejor que podía haber hecho".

El tiempo pasó volando. Todos se divirtieron tanto que la lluvia quedó en un segundo plano. Al final de la jornada, mientras los niños estaban cansados pero alegres, el sol brilló de nuevo.

"Miren, hasta el sol nos acompaña", exclamó Juan María, mientras los niños aplaudían.

"Esto es un verdadero festejo, y no necesitábamos más que amor y unión para hacerlo posible."

El picnic de Juan María se convirtió en una tradición en el pueblo. Cada año, más niños se unían para disfrutar juntos, y el deseo de compartir se volvió más grande que el deseo de tener una fiesta única.

Juan María no solo celebró sus quince años, sino que enseñó a todos que la verdadera belleza está en compartir momentos de felicidad y unidad. Desde aquel día, se dieron cuenta de que cada año podría ser especial, no solo para uno, sino para todos.

Y así, en aquel pequeño pueblo argentino, el sueño de Juan María se trasformó en un legado, demostrando que convertirse en adulta no solo es cumplir años, sino también aprender a vivir con generosidad y amor.

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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