El Sueño de Juanito
Era un cálido día de primavera en el pequeño pueblo de El Zapallar. Juanito, un niño de diez años con un gran sueño, miraba la llanura desde la ventana de su casa. Desde que escuchó historias sobre la ciudad, su deseo de conocerla creció más y más. Un día, decidió que había llegado el momento de emprender su aventura.
Con una mochila llena de un par de sandwiches y sus dibujos, Juanito le dijo a su mamá:
"Mamá, hoy voy a conocer la ciudad."
"¿Pero Juanito, no es peligroso?" - le respondió su madre algo preocupada.
"Voy a ser cuidadoso. Además, tengo mis dibujos, ellos serán mis amigos en la ciudad" - contestó él con una gran sonrisa.
Después de muchas insistencias y promesas de cuidarse, su mamá aceptó. Con su mochila al hombro, Juanito se despidió y comenzó su travesía hacia la ciudad. El camino era largo, pero estaba lleno de flores, árboles y de animales que lo saludaban. Contó chistes a los pájaros y bailó al ritmo del viento en su cara.
Finalmente, llegó a la ciudad. El bullicio y la agitación lo hicieron sentir un poco abrumado. Las luces, los autos y la gente; todo parecía tan diferente a su tranquilo pueblo.
Mientras caminaba por las calles, Juanito vio una enorme tienda de juguetes. Deslumbrado, se acercó y observó a unos niños jugando. Decidió entrar y, al instante, se sintió como en un sueño.
"Hola, ¿quieres jugar con nosotros?" - le dijo una niña de pelo rizado.
"Sí, ¡me encantaría!" - respondió Juanito emocionado.
Jugaron con un robot gigante y construyeron un castillo de bloques. Esa experiencia fue muy divertida y aunque no tenía juguetes como ellos, Juanito les mostró sus dibujos.
"¡Son hermosos!" - dijo otro niño.
"Deberías ser artista".
Esa frase hizo que Juanito sonriera. Sin embargo, después de un rato, se dio cuenta de que el sol comenzaba a ocultarse y debía regresar a casa.
Mientras regresaba, su corazón estaba lleno de alegría pero también de un pequeño vacío. Se dio cuenta de que, aunque había conocido muchas cosas nuevas, extrañaba a su madre, su hogar y la paz del campo.
En el camino, se encontró con un anciano que vendía flores en la vereda.
"Hola, pequeño. ¿De dónde vienes?" - le preguntó.
"Vengo del campo, vine a conocer la ciudad" - contestó Juanito con un tono de nostalgia en su voz.
"La ciudad es maravillosa, pero el campo tiene una magia especial. ¿Te gustaría ver algo mágico?" - le dijo el anciano con una sonrisa traviesa.
"¡Sí, claro!" - exclamó Juanito, intrigado.
El anciano le mostró una flor especial que brillaba con la luz de la luna.
"Esta flor solo crece en el campo. Te recuerda que siempre puedes regresar a tus raíces, sin importar cuán lejos llegues. La magia está donde tú la ves."
Juanito, mirando la flor, entendió que había mucho valor en su hogar y que la esencia de su aventura era también llevar el campo en su corazón.
Al llegar a casa, su madre lo abrazó efusivamente.
"¿Cómo estuvo la ciudad?" - le preguntó ella.
"Fue increíble, aprendí que el lugar donde uno nace siempre tiene un pedacito especial en tu corazón. ¡Mirá lo que traje!" - dijo, sosteniendo la flor.
"Es hermosa, Juanito. Te queda bien ser un aventurero, pero nunca olvides tus raíces."
Esa noche, Juanito dibujó su experiencia en un lienzo amplio, donde la ciudad y el campo coexistían. Comprendió que mientras explora el mundo, siempre podrá regresar a su hogar. Desde entonces, cada nueva aventura se convirtió en una historia más que sumar a su vida, pero siempre llevando el zapallar en el corazón.
FIN.