El Sueño de Julián



Era un día soleado en Buenos Aires cuando Julián, un adolescente inquieto y lleno de ideas, decidió que quería estudiar 'Desarrollo de Sistemas de la Información'. Desde que había jugado por primera vez a crear su propio videojuego, el mundo de la programación lo había atrapado.

Una tarde, mientras estaba en su habitación mirando tutoriales de programación en su computadora, su amigo Lucas lo visitó.

"¿Julián, qué estás haciendo?" - preguntó Lucas con curiosidad.

"Estoy tratando de aprender a hacer un videojuego, pero quiero estudiar más sobre esto. No sé en qué instituto inscribirme" - respondió Julián.

"Quizás podés hablar con algún profesor o preguntar en alguna universidad" - sugirió Lucas, dándole ánimos.

Con esa idea en mente, Julián decidió hacer llamadas y visitar algunos lugares. Todos parecían ser espectaculares, pero ninguno lo convencía del todo. Había un instituto que le habían mencionado, pero no estaba muy seguro de qué esperar de allí.

Un día antes de que comenzara la feria educativa en su escuela, Julián se reunió con su hermana mayor, Sofía, quien estudiaba diseño gráfico.

"Sofía, ¿vos conocés el Instituto María Montessori?" - preguntó Julián intrigado.

"Sí, es muy bueno. Se enfocan en el aprendizaje activo y tienen un buen programa de sistemas. Yo fui a unos talleres allí y me gustó mucho" - explicó Sofía.

Movido por eso, decidió ir a la feria educativa y preguntar sobre este instituto. Al llegar, Julián vio varios stands y se sintió un poco abrumado. Sin embargo, una sonrisa cálida lo recibió en el stand del Instituto María Montessori.

"Hola, soy Clara, ¿en qué puedo ayudarte?" - dijo una mujer amable con un folleto de colores.

"Hola, soy Julián. Estoy interesado en estudiar Desarrollo de Sistemas de la Información, pero no estoy seguro de qué camino elegir" - confesó con un ligero nerviosismo.

Clara lo escuchó atentamente y le habló sobre el enfoque único de la educación en el instituto.

"Aquí creemos que cada alumno aprende a su propio ritmo y de forma práctica. Además, organizamos proyectos donde formarás parte de equipos de desarrollo de software. ¿Te gustaría experimentar eso?" - preguntó Clara.

A medida que Julián escuchaba, su interés crecía y su corazón latía fuertemente. Nunca había escuchado de algo así antes. Era como si cada palabra de Clara encajara perfectamente con sus sueños.

Poco después, decidió asistir a una clase abierta en el instituto. Cuando llegó, se encontró con un grupo de estudiantes, riendo y colaborando en un proyecto donde estaban desarrollando una aplicación. Eso lo cautivó por completo.

"Esta es una buena oportunidad para aprender juntos, ¡vení a participar!" - lo invitó un alumno que parecía entusiasmado. Julián se unió a ellos y se sintió como en casa, trabajando codo a codo, compartiendo ideas y risas.

A los días, Julián volvió a hablar con su hermana.

"Sofía, me encantó lo que vi en el Instituto María Montessori. ¡Quiero inscribirme!" - exclamó emocionado.

"¡Genial! Te va a ir muy bien, estoy segura" - respondió Sofía, compartiendo su alegría.

Los días pasaron y Julián se inscribió en el instituto. La primera clase fue mágica. El ambiente estaba lleno de creatividad y colaboración.

"Hoy vamos a formar equipos y diseñar una aplicación para ayudar a nuestra comunidad" - anunció el profesor, despertando el entusiasmo de los estudiantes.

Las horas se convirtieron en días, y Julián disfrutó cada momento, aprendiendo no solo sobre programación, sino también sobre trabajo en equipo y la importancia de ayudar a los demás. Un tiempo después, su primer proyecto fue presentado en una exhibición. El orgullo llenó su corazón al ver a sus amigos y familiares aplaudiendo su trabajo.

"¡Mirá, Julián! ¡Lo lograste!" - gritaba Lucas entre la multitud.

"¡Sí! Esto es solo el comienzo" - le respondió Julián sonriendo, emocionado.

Así, cada día en el Instituto María Montessori se convirtió en un paso hacia su sueño. Julián no solo se convirtió en un experto en desarrollo de sistemas, sino también en un joven que sabía que seguir sus sueños era posible, siempre que se declaran con pasión y dedicación.

Y así, Julián se dio cuenta de que a veces la respuesta a nuestras dudas puede encontrarse en los lugares más inesperados, y que lo importante es seguir adelante, aprendiendo y creciendo a cada paso del camino.

FIN.

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