El Sueño de la Abuela Rosa



Había una vez, en un pintoresco barrio de Buenos Aires, una abuela llena de historias y pasión por la música. Su nombre era Rosa, y desde muy joven, sus sueños de asistir a un concierto de los Beatles la acompañaban cada día. Aunque la vida no le había dado la oportunidad de cumplir ese sueño, nunca dejó que eso le robara la alegría.

A Rosa siempre le encantó contarles a sus hijos sobre la música que la había inspirado. Cada domingo, su casa se llenaba de melodías que iban desde las baladas de los Beatles hasta las canciones del folklore argentino. Le decía a sus hijos: "La música es un regalo que debemos compartír, siempre hay algo lindo por descubrir".

Sus hijos crecieron rodeados de armonías y aprendieron a tocar varios instrumentos, desde la guitarra hasta la flauta. Rosa los alentaba en cada paso, llevándolos a clases de música, organizando pequeños conciertos en casa, y haciendo de cada momento una fiesta.

Un día, mientras organizaban un asado familiar, Rosa mencionó su viejo sueño: "Siempre quise ir a un concierto de los Beatles, pero nunca tuve la oportunidad". Sus hijos la miraron, entendiendo la tristeza en su voz. Fue en ese momento que decidieron que harían algo al respecto.

"¡Mamá, ¿qué te parece si organizamos un concierto en casa?" - propuso Julia, la mayor. "Sí, podemos recrear uno de los conciertos de los Beatles" - agregó Santiago, el más pequeño, con ojos brillantes.

Rosa se quedó sorprendida, nunca se le había ocurrido que sus hijos quisieran hacer algo así. "¿De verdad? ¿Pueden hacerlo?" - preguntó, con una mezcla de emoción y duda.

"Claro que sí!" - dijeron al unísono. Así que la familia se puso manos a la obra. Crearon carteles de colores, ensayaron las canciones que les gustaban y decoraron la casa con un estilo muy ‘setentoso’. Cada día, Rosa veía cómo sus hijos trabajaban con entusiasmo, y su corazón se llenaba de alegría.

Cuando finalmente llegó el gran día, la casa estaba rebosante de la música y la risa. Amigos y familiares fueron llegando, y Rosa no podía contener su emoción. Todos vestidos como si fueran al famoso concierto de los Beatles. Ella estaba que no podía creerlo.

"Mamá, ¡es hora del show!" - exclamó Santiago, llevando a su madre al centro de la sala, mientras Julia tomaba su guitarra y comenzaba a tocar. La música resonó en la casa, y Rosa no podía dejar de sonreír. Al ver a sus hijos en el escenario improvisado, sintió que su sueño se hacía realidad.

"Esto es increíble, chicos!" - gritó, con lágrimas de felicidad en sus ojos.

La tarde avanzó entre risas, aplausos y recuerdos compartidos. Rosa se sintió como si estuviera en un verdadero concierto, riendo y cantando al ritmo de las guitarras y pianos.

Al final de la noche, cuando la música se detuvo y los invitados comenzaron a irse, Rosa se acercó a sus hijos, que estaban cansados pero radiantes de felicidad. "No tienen idea de lo que esto significa para mí, chicos. Hicieron de mi sueño algo real" - dijo abrazándolos fuerte.

"Siempre quisimos que supieras cuánto te amamos y lo importante que sos para nosotros" - dijo Julia, con una gran sonrisa.

A partir de ese día, cada vez que escuchaban una canción de los Beatles, la familia se miraba y sonreía, recordando aquella tarde mágica. Rosa había demostrado que los sueños no siempre tienen que ser solo eso; a veces, con un poco de esfuerzo y amor, se pueden hacer realidad de formas inesperadas.

Y así, la música siguió fluyendo en el hogar de Rosa, creando un legado de amor, alegría y creatividad que sus hijos continuarían transmitiendo a la próxima generación.

FIN.

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