El Sueño de la Ciudad



En una pequeña ciudad donde los rascacielos reflejaban el lujo y el poder, había un grupo de niños que jugaban en un parque a la sombra de esos edificios imponentes. Entre ellos estaba Sofía, una niña de grandes sueños y una sonrisa contagiosa.

-Este año, quiero participar en la competencia de arte de la ciudad -dijo Sofía un día a sus amigos.

-Creo que no es para nosotros. ¡Mirá cómo viven los ricos! -respondió Tomi, un niño que siempre veía el lado negativo.

-Pero si no lo intentamos, nunca lo sabremos -contestó Sofía con entusiasmo.

Con sus amigos, decidió reunir materiales reciclados para crear una gran obra de arte que representara sus sueños. Sin embargo, cuando empezaron a trabajar, se dieron cuenta de que no tenían suficientes recursos para hacerla brillar como las obras que solían ver en la galería de la ciudad.

-¿Por qué no vamos a pedir ayuda? -sugirió Valentina, con mirada decidida.

-¿A quién podríamos pedirle? Todos son tan poderosos que ni nos ven -dijo Tomi, un poco desilusionado.

Pero Sofía tenía una idea. -Podemos mostrarles que nosotros también tenemos sueños. Tal vez entiendan.

Así que juntos fueron a la galería de arte. Se acercaron a un famoso artista que estaba expuesto allí.

-Hola, señor, ¿podría ayudarnos? Queremos mostrar lo que los niños de la calle soñamos -dijo Sofía, con una voz quebrada de emoción.

-¿Por qué no inventan una obra que represente sus sueños? Si lo hacen bien, tal vez yo pueda ayudarles a exhibirla -dijo el artista, sorprendido por su valentía.

Con renovada energía, los niños se pusieron a trabajar. Juntaron más materiales, pintaron y, sobre todo, contaron sus historias en cada pincelada. Finalmente, su obra fue invitada a la misma galería y, a pesar de la diferencia en las apariencias, los niños lograron inspirar a otros con sus sueños.

El día de la inauguración, Sofía vio a muchas personas admirando su trabajo.

-¡Lo logramos! -gritó su amigo.

-A veces, los desposeídos tienen las historias más bellas que contar -dijo Sofía mientras sonreía.

Así, aprendieron que no solo los poderosos pueden inspirar, sino que también aquellos que alguna vez se sintieron invisibles pueden convertir sus sueños en una hermosa realidad.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!