El Sueño de la Coca



En lo profundo de las yungas, había una pequeña aldea donde vivía la familia Coca. Eran una familia humilde que se esforzaba todos los días para llevar comida a la mesa. El padre, Don Jorge, cultivaba maíz, mientras que la madre, Doña Rosa, preparaba deliciosos platos con los pocos ingredientes que tenían.

Los niños, Sofía y Mateo, soñaban con un futuro brillante, lleno de aventuras y oportunidades.

Una mañana, mientras jugaban cerca del río, Sofía dijo:

"Mateo, ¿te imaginas si un día encontráramos un tesoro?"

"Sí, podríamos comprar mucha comida y ayudar a papá y a mamá"," respondió Mateo emocionado.

Así, los niños decidieron emprender una búsqueda de tesoros. Equipados con una pala y una caja de cartón, comenzaron a excavar en diferentes partes del bosque cercano. Pasaron horas buscando entre hojas y raíces, pero no encontraban nada.

Una tarde, cansados pero sin rendirse, Sofía tuvo una idea.

"¿Y si comenzamos a buscar tesoros en las historias de la gente de la aldea?"

"¡Eso suena genial!" dijo Mateo.

Esa misma noche, decidieron visitar a la abuela Clara, conocida por contar historias fascinantes de su juventud.

"Abuela, cuéntanos una historia de tesoros antiguos" le pidieron los niños.

"¡Ah! Los tesoros son más que oro y piedras preciosas. Cada persona guarda un tesoro especial dentro de su corazón. ¿Les gustaría escuchar mi historia?"

"¡Sí!" gritaron entusiasmados.

La abuela empezó a narrar cómo, cuando era joven, había luchado para estudiar y lograr sus sueños. A través de sacrificios y esfuerzo, se convirtió en maestra.

"Cada alumno que enseñé, era un tesoro para mí" dijo con brillo en sus ojos.

"Así que, el verdadero tesoro no se encuentra enterrado; está en el conocimiento y la bondad".

Sofía y Mateo se miraron emocionados, entendiendo que el aprendizaje y la ayuda a los demás eran el verdadero oro.

Siguiendo el consejo de la abuela, decidieron comenzar un pequeño proyecto: ofrecer clases a sus amigos en la aldea. Los niños de la aldea se sentaban en el suelo alrededor de un árbol grande y aprendían juntos.

"¡Esto es increíble!" dijo Mateo un día, mientras daban sus lecciones.

"Sí, estamos creando un tesoro de conocimientos" agregó Sofía con una enorme sonrisa.

La noticia comenzó a esparcirse y cada vez más niños se unían. La familia Coca se dio cuenta de que estaban creando un legado y, lo más importante, estaban cambiando vidas.

Con el tiempo, los padres de los niños reconocieron el esfuerzo de Sofía y Mateo, y decidieron apoyarlos. Juntos, organizaron una recolecta de materiales de estudio, libros y útiles.

"Estamos tan orgullosos de ustedes", les dijeron sus padres.

"Ustedes han encontrado el verdadero tesoro de la vida" agregó Doña Rosa.

Y así, la familia Coca se convirtió en el corazón de la aldea. Con el tiempo, Sofía y Mateo crecieron, pero nunca olvidaron lo que habían aprendido: el verdadero valor no siempre se mide en riquezas, sino en el amor, la educación y la comunidad.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado, pero el legado de los Coca sigue brillando en las yungas.

FIN.

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