El Sueño de la Copa Ururguaya
Era un hermoso día soleado en Montevideo, y los niños de 5to año C de la Escuela Primaria San Martín se estaban preparando para el torneo de fútbol de las escuelas de la ciudad. Era un evento muy esperado, donde los equipos de diferentes colegios se enfrentaban por la copa Ururguaya. Los chicos del 5to C soñaban con llevarse esa copa y mostrarle a todos de qué estaban hechos.
"¡Vamos chicos! ¡Hoy es el día!" exclamó Mateo, el capitán del equipo, mientras se ponía la camiseta con el logo de la escuela. "Si jugamos como un equipo, seguro que ganamos."
"Sí, pero también tenemos que divertirnos," agregó Ana, la goleadora del equipo, mientras amarraba sus zapatillas. "No hay que olvidarse que lo más importante es disfrutar del juego."
El primer rival fue el equipo del colegio Santa Cruz. Desde el comienzo del partido, parecía que las cosas no iban bien. El equipo de Santa Cruz era más experimentado y logró anotar un gol en los primeros minutos.
"¡No se rindan! ¡Todavía hay tiempo!", gritó Mateo, tratando de motivar a sus compañeros. El segundo tiempo comenzó y ellos estaban decididos a igualar el marcador.
"Vamos, chicos, trabajemos juntos!" animó Joaquín, el arquero. "Necesito su apoyo en la defensa, pero todos debemos atacar también."
Con toda su energía, el equipo 5to C sacó fuerzas de donde no las había. Después de varias jugadas, Ana logró un maravilloso gol que empató el partido. Todos gritaron de alegría y se abrazaron.
"¡Eso es, Ana! ¡Eras la mejor!" dijo Felipe, mientras saltaba de emoción.
Cuando el partido llegó a su fin, el árbitro pitó el final y el marcador fue 1 a 1. Pero eso significaba que iban a penales. El corazón de todos latía con fuerza. Joaquín se colocó en el arco y todos sus compañeros se alinearon tras él.
"¡A no poner nerviosos, chicos! ¡Lo vamos a lograr!" dijo Mateo mientras miraba a sus amigos. El primer tiro de Santa Cruz fue parado con gran destreza por Joaquín, lo que encendió la esperanza en el equipo. El equipo se fue turnando y socializaban a los gritos que animaban a su arquero: "¡Vamos Joaquín! ¡Confiamos en vos!"
Finalmente, hacia el cuarto penal, el equipo 5to C logró anotar y mantener el 3-2 a su favor luego de que Joaquín paró otro disparo. ¡Gritaron de alegría! ¡Habían pasado a la siguiente fase!"No puedo creerlo, ¡hemos ganado!" dijo Ana, saltando de felicidad.
"Pero esto no termina acá, debemos seguir dando lo mejor en los siguientes partidos." recordó Mateo mientras respiraban aliviados.
Después de varios partidos intensos, 5to C logró llegar a la final contra el colegio Nacional. Era el día decisivo. Todos estaban nerviosos y aunque habían llegado lejos, sabían que se enfrentaban a un gran rival.
"¡Chicos, respiremos hondo! Hoy vamos a jugar como si fuera el último partido de nuestra vida", sugirió Joaquín, al ver el rostro preocupado de sus compañeros.
El partido comenzó y, tras un primer tiempo complicado, el marcador se mantenía 0-0. La presión aumentaba, y quedaba poco tiempo en el segundo tiempo. Finalmente, en una jugada inesperada, Ana se sacó a un defensor de encima y disparó a portería, el balón se coló en la red y todos estallaron de alegría.
"¡Gol! ¡Gol! ¡Gol!" gritó Mateo, mientras se lanzaban sobre Ana en una montaña de abrazos.
"¡No se olviden de defender!" recordó Joaquín, mientras el colegio Nacional presionaba con fuerza para empatar. Pero el 5to año C no se dejó vencer y conquistaron la victoria por 1-0, llevándose a casa la copa Ururguaya.
"¡Lo hicimos! ¡Lo hicimos!" gritaron en coro mientras levantaban la copa bajo el aplauso y los vítores de sus compañeros y familiares.
"Esto no es solo un trofeo, es el símbolo de nuestro esfuerzo y trabajo en equipo" dijo Mateo emocionado.
"Sí, y aprendimos que lo más importante es nunca rendirse, independientemente de la adversidad", agregó Ana mientras miraba a todos sus amigos y se daba cuenta de que cada uno había aportado algo especial para alcanzar ese triunfo.
Desde ese día, el 5to año C no fue solo un grupo de amigos, se convirtieron en una verdadera familia, donde aprendieron no solo a jugar al fútbol, sino a trabajar juntos, apoyarse y nunca dejar de soñar.
FIN.