El Sueño de la Maestra Ñina



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Ñandú, una maestra especial que se llamaba Ñina. Ñina era conocida por su amor a la enseñanza y por siempre encontrar formas divertidas de aprender. Los alumnos la adoraban y cada día llegaban emocionados a su clase.

Un día, mientras estaban en clase, Ñina explicó que había un concurso de cuentos en la escuela. El ganador tendría la oportunidad de publicar su propia historia. Todos los niños se entusiasmaron, pero un alumno llamado Ramón, que era muy tímido, se sintió un poco inseguro.

"¿Y si no tengo buenas ideas?" - murmuró Ramón.

Ñina, al escuchar esto, se acercó a él y le dijo:

"Ramón, cada uno de nosotros tiene una historia única que contar. Solo debes dejar volar tu imaginación y no tener miedo de expresar lo que sientes."

Con palabras de aliento, Ramón decidió intentarlo. Pasó la tarde pensando y encontró una idea muy interesante: contar la historia de un pequeño ñandú llamado Ñico, que deseaba volar como los pájaros. Aunque no sabía cómo hacerlo, Ñico fue muy valiente y decidió emprender su aventura.

Ñina, feliz por la actitud de Ramón, le ofreció ayuda.

"Puedo ayudarte a escribir el cuento. ¿Te parece?" - preguntó entusiasmada.

"¡Sí! Sería genial, Ñina!" - respondió Ramón, con una sonrisa.

Juntos, trabajaron en la historia de Ñico. Hablaron sobre cómo se sentía cuando veía a las aves y sobre sus intentos fallidos por volar. Ramón se acordó de un día cuando Ñico decidió usar unas plumas que encontró en el suelo. Se las ató al cuerpo y, aunque se cayó varias veces, nunca se rindió.

La historia de Ñico se convirtió en una lección de perseverancia. Cada vez que Ramón le contaba a Ñina sobre las aventuras del pequeño ñandú, su confianza crecía. Además, cada vez que usaban el fonema 'ñ', hacían un pequeño juego, como repetirlo o inventar una palabra divertida que lo incluyera.

Finalmente, llegó el día del concurso. Ramón estaba nervioso, pero Ñina le dijo:

"Recuerda, lo importante es contar tu historia y disfrutar el momento. No te preocupes por ganar. ¡Tú ya eres un héroe porque te atreviste a contar tu sueño!"

Con esas palabras, Ramón subió al escenario y comenzó a leer su cuento sobre Ñico.

Cuando terminó, el aplauso fue ensordecedor. Ñina estaba muy orgullosa de él.

"Hiciste un gran trabajo, Ramón!" - le dijo, abrazándolo.

Con el tiempo, Ramón no solo logró compartir su historia, sino que también ganó el concurso. Pero lo más importante de todo fue que descubrió el poder de la narración y el valor de creer en sí mismo.

Al final del año escolar, en la ceremonia de graduación, Ramón se acercó a Ñina y le dijo:

"Gracias, Ñina. Nunca lo hubiese hecho sin tu apoyo."

"Siempre estaré aquí para ayudarte a volar, Ramón" - respondió ella con una sonrisa, sabiendo que cada niño tiene un sueño dentro de sí.

Y así, en el pueblo de Ñandú, la historia no solo de Ñico, el ñandú valiente, se contaba, sino también la historia de Ramón, un niño que aprendió a volar en su imaginación gracias a la aliento de su querida maestra Ñina.

FIN.

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