El Sueño de Lea
Había una vez una niña llamada Lea que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos. Un día, mientras observaba las nubes pasar desde su ventana, comenzó a soñar con huir muy lejos de su hogar para explorar el mundo.
"¿Qué habrá más allá de las montañas?" se preguntaba. Cada noche, su imaginación volaba a lugares mágicos llenos de aventuras, pero su corazón se preguntaba si realmente debía dejar su hogar.
Una mañana soleada, decidió que era el momento. Llenó su mochila con un par de sandwiches, su cuaderno de dibujo y un lápiz, y partió en busca de aventuras.
Mientras caminaba, se encontró con un arroyo que susurraba su nombre.
"-Hola, Lea. ¿Adónde vas con esa mochila tan pesada?"
Era un pequeño pez dorado que saltaba alegremente en el agua.
"-Voy a encontrar un lugar maravilloso, lejos de aquí", respondió Lea emocionada.
El pez, curioso, le preguntó: "-Pero, ¿no te gustaría quedarte a explorar el bosque cerca de tu casa primero?"
Lea pensó que eso tenía sentido y decidió darle una oportunidad al bosque. En su caminata, conoció a un grupo de mariposas que danzaban entre las flores.
"-Ven con nosotras, tenemos un secreto que mostrarte", dijeron las mariposas entre risas.
Lea las siguió hasta un claro en el bosque donde había un hermoso lago con aguas cristalinas.
"-¡Qué lugar tan mágico!" exclamó.
Mientras dibujaba el paisaje en su cuaderno, un sapo se acercó y le habló: "-Este es nuestro hogar, el bosque. Aquí hay tanto por descubrir: árboles que cantan, flores que cuentan historias. ¿Por qué irte tan lejos cuando aquí tienes un mundo por explorar?"
Lea, intrigada, decidió pasarse la tarde explorando cada rincón del lago. Hizo amigos nuevos: un ciervo juguetón y un grupo de ardillas que le enseñaron a trepar árboles. Pronto, se dio cuenta de que su hogar tenía una belleza propia que nunca había notado antes.
Al final del día, sentada junto al fuego de una fogata que las ardillas habían encendido, la niña miró las estrellas y sintió una profunda sensación de felicidad.
"-Tal vez no necesite irme tan lejos," pensó. Y así, Lea decidió regresar a casa.
Cuando llegó, su madre la abrazó con fuerza. "-¡Te extrañé tanto, Lea! ¿Adónde fuiste?"
"-Exploré el bosque y descubrí un lugar mágico,", le contó emocionada.
Desde ese día, Lea aprendió a disfrutar de las pequeñas cosas de su hogar, a conocer los secretos de su entorno y a valorar cada aventura, ya sea grande o pequeña. Así que cada tarde, después de terminar sus tareas, se aventuraba en el bosque, explorando y descubriendo cosas nuevas junto a sus amigos, con un lápiz y su cuaderno siempre a mano, lista para plasmar cada momento especial.
Y aunque tuvo un sueño de irse lejos, descubrió que el verdadero tesoro estaba justo en su hogar, donde cada rincón podía llenarse de magia y aventura.
Y así, Lea comprendió que a veces, los mejores viajes son aquellos que hacemos dentro de nosotros mismos.
FIN.