El sueño de León
Había una vez un niño llamado León, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de hermosas montañas.
Desde muy pequeño, León había soñado con aprender a andar en bicicleta y sentir la libertad de recorrer las calles del pueblo como los niños mayores. Un día, decidido a cumplir su sueño, León se acercó a su papá y le dijo: "Papá, quiero aprender a andar en bicicleta. ¿Me puedes enseñar?"El papá de León sonrió y asintió con entusiasmo.
"¡Claro que sí, hijo! Estoy seguro de que juntos podemos lograrlo". Ellos se dirigieron al garaje donde guardaban la vieja bicicleta familiar.
León se subió en la bicicleta y comenzó a pedalear torpemente mientras su papá lo sostenía para mantener el equilibrio. Después de varios intentos fallidos, León empezaba a frustrarse. "Papá, esto es más difícil de lo que pensé", dijo con tristeza.
Su papá le sonrió y le dijo: "León, recuerda que todo requiere práctica y paciencia. No te desanimes tan rápido". Decidido a no rendirse ante la dificultad, León continuó practicando día tras día bajo la atenta mirada de su padre.
Aunque hubo momentos en los que tropezó y cayó al suelo, siempre se levantaba con valentía y volvía a intentarlo. Una tarde soleada, cuando parecía que todo estaba perdido porque Leon no lograba mantener el equilibrio sobre las dos ruedas, su papá tuvo una idea.
"León, ¿qué te parece si quitamos los ruedines de apoyo y probamos solo con dos ruedas?". León asintió emocionado y su papá retiró los ruedines de la bicicleta.
Con mucho miedo pero decidido a enfrentar el desafío, León se subió en la bicicleta nuevamente. "Papá, no sé si puedo hacerlo", dijo León temeroso. Su papá le dio un abrazo reconfortante y le dijo: "Confía en ti mismo, hijo. Yo sé que puedes lograrlo".
Con esas palabras resonando en su mente, León empezó a pedalear lentamente. Al principio fue difícil mantener el equilibrio sin los ruedines de apoyo, pero poco a poco comenzó a sentirse más cómodo.
El corazón de León estaba lleno de alegría mientras veía cómo avanzaba sobre dos ruedas por primera vez. Se sentía libre y poderoso como nunca antes había sentido. Desde aquel día, Leon pasaba horas explorando las calles del pueblo montado en su bicicleta.
Cada vez que encontraba una colina o un camino complicado, recordaba las palabras de aliento de su padre y sabía que podía superar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino.
La historia de León enseña a todos los niños que no importa cuántos tropiezos encuentren en el camino hacia sus sueños, siempre deben perseverar y creer en sí mismos para alcanzar lo que desean. Y así fue como Leon aprendió a andar en bicicleta gracias al amor e inspiración de su padre.
FIN.