El Sueño de Lila



En un pequeño barrio de Buenos Aires, vivía una niña de 5 años llamada Lila. Desde que tenía memoria, siempre había estado fascinada con la danza. Observaba a su madre bailar en casa mientras limpiaba, y se imaginaba a sí misma brillando en un escenario.

Una tarde soleada, mientras jugaba en el parque con sus amigos, se subió a una caja de madera que encontró y comenzó a bailar. A su alrededor, los niños la miraban asombrados.

"¡Mirá a Lila!" - gritó su amigo Tomi. "Es una verdadera bailarina!"

Lila sonrió y se inclinó como había visto a su madre hacer. Sintiéndose valiente, se dio cuenta de que quería aprender a bailar de verdad. Así que decidió que cuando llegara a casa, le pediría a su mamá que la llevara a una clase de danza.

Al llegar a casa, corrió hacia su madre, quien estaba en la cocina preparando la cena.

"Mami, mami!" - dijo Lila emocionada. "Quiero ser bailarina cuando sea grande! ¿Podés llevarme a clases?"

Su madre, sorprendida y encantada, respondió:

"Claro, Lila. Pero tendrás que practicar mucho y ser muy comprometida."

Lila asintió con determinación. La semana siguiente, su madre la inscribió en una clase de ballet. Al llegar a la escuela de danza, la emoción invadió a Lila, pero también un poco de nerviosismo.

"Hola, soy Lila!" - dijo con una sonrisa tímida a la profesora, la señora Inés.

"Vamos a bailar mucho hoy, Lila. Aquí aprenderás a seguir tus sueños, así que pon mucha atención" - le respondió la profesora.

Las primeras clases fueron desafiantes. Lila tropezaba y no siempre podía hacer los movimientos correctamente. Un día, mientras esperaba su turno para bailar en clase, vio a una niña mayor que estaba ensayando. Era impresionante, parecía flotar en el aire.

"¿Cómo haces para bailar tan bien?" - le preguntó Lila, llena de admiración.

"Es cuestión de práctica, Lila. Y nunca rendirse. No importa cuánto cueste, si realmente deseas algo, debes seguir intentándolo" - le contestó la niña.

Esa noche, Lila reflexionó sobre lo que había dicho su compañera. "Si quiero ser bailarina, tengo que practicar más" - pensó. Y así, al día siguiente, decidió practicar en su habitación todos los días después de la clase, incluso cuando se sentía cansada.

Los días se convirtieron en semanas, y Lila se llenó de confianza. Pasó de tropezar a moverse con gracia. Su madre la llevó a ver un espectáculo de ballet en el teatro de su ciudad, y Lila quedó maravillada.

"Mamá, algún día estaré ahí arriba en ese escenario!" - exclamó Lila, señalando a las bailarinas.

"¡Yo lo sé! Si sigues trabajando duro, lo lograrás, Lila" - le respondió su madre con orgullo.

Sin embargo, un día las cosas cambiaron. Lila llegó a casa de la escuela y encontró a su madre sentada con una expresión preocupada.

"Mami, ¿qué pasa?" - preguntó Lila, aún con su ropa de danza.

"Querida, tenemos que hablar. No estoy segura de que podamos seguir pagando tus clases de danza, estoy buscando trabajo y..."

"No, por favor!" - interrumpió Lila, sintiendo que su corazón se partía. "Necesito bailar. Es lo que quiero ser más que nada."

Su madre la miró con comprensión y ternura.

"Sé que es importante para vos, pero también tenemos que cuidar de nosotros."

Lila pensó por un momento. Entonces le dijo:

"Mami, puedo ayudar. Puedo limpiar y ayudar en casa más para que tengamos dinero. Y también, puedo dar clases a los niños de la vecindad. Así me puedo pagar mis propias clases."

La visión de Lila inspiró a su madre. Juntas idearon un plan para enseñar a los niños del barrio. Al poco tiempo, Lila fue conocida como "la pequeña maestra de danza". Los chicos se unieron a ella en su nuevo grupo de baile. Lila estaba feliz.

Cada tarde, después de sus clases, Lila organizaba pequeñas presentaciones en el patio de su casa, donde todos mostraban lo que habían aprendido.

"¡Mirá cómo bailan!" - gritaba emocionada a su madre, quien aplaudía con orgullo.

Con el tiempo, la clase de Lila creció, y podían juntar suficiente dinero para que ella siguiera asistiendo a clases de ballet. Su sueño aún vivía.

Aniversarios y festivales se acercaban, y Lila decidió hacer una presentación con todos los niños. Preparó todo con dedicación, mientras sus amigos la apoyaban y ensayaban emocionados.

Finalmente llegó el día. Con nervios y alegría, todos se presentaron en el parque, donde un montón de familiares y amigos los esperaban. La música sonó y Lila, con una gran sonrisa, guió a sus amigos en un hermoso ballet improvisado.

"¡Bravo! ¡Espectacular!" - gritó su mamá, llena de lágrimas de alegría.

Cuando la última nota sonó, Lila se sintió como la verdadera bailarina que siempre había soñado ser. Aunque no estaba en un gran escenario, ese día había comprendido que la pasión, el esfuerzo y compartir el arte con otros eran lo que realmente importaba.

Al final de la presentación, su madre se acercó y le dijo:

"Lila, estoy muy orgullosa de vos. Lo lograste, ya sos una bailarina en mi corazón."

"Y esto es solo el comienzo, Mami. ¡Vamos a seguir soñando!" - respondió Lila con un brillo en sus ojos, lista para seguir bailando y enseñando.

Y así continuó Lila, bailando por la vida, celebrando su amor por la danza y la magia de seguir nuestros sueños, sin importar cuán grandes o pequeños puedan ser.

FIN.

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