El Sueño de Lila



En un pequeño pueblo de Argentina, había una niña de 7 años llamada Lila. Era una niña con una sonrisa brillante que iluminaba el mundo a su alrededor, a pesar de que vivía en una casa muy sencilla y su familia apenas tenía suficiente dinero para comer. Lila soñaba con algo especial: una muñeca de trapo.

Un día, mientras ayudaba a su madre a recoger la ropa en el patio, Lila estaba pensando en su muñeca. La había visto en una tienda del centro, una muñeca con un vestido azul y un cabello dorado tejido.

"Mamá, ¿puedo tener una muñeca de trapo?" - preguntó con sus grandes ojos llenos de esperanza.

"Ay, Lila, querida. Sé que te encantaría, pero no podemos gastar dinero en eso ahora. Tenemos que enfocarnos en lo que es esencial" - respondió su madre con una sonrisa triste.

Aunque decepcionada, Lila entendía la situación. Pero eso no hizo que su deseo desapareciera. Esa noche, mientras se acurrucaba en su cama, decidió que si no pudo comprar una muñeca, ¡la haría ella misma!

Al día siguiente, Lila reunió todos los retazos de tela que pudo encontrar en su casa. Buscó hilo y aguja en el costurero de su madre, y comenzó su proyecto secreto.

"Esto será lo mejor que haya hecho" - se dijo a sí misma mientras cosía con todo su empeño.

Pasaron los días, y Lila trabajaba todos los días después de sus tareas. Cada puntada llenaba de alegría su corazón. Finalmente, una semana después, la muñeca estaba terminada. Tenía un vestido azul que había sido de un viejo trapo de cocina, un cabello de hilo amarillento y una sonrisa bordada genial.

"¡Mirá, mamá! ¡Hice una muñeca!" - exclamó Lila, mostrando su obra maestra.

La madre de Lila quedó asombrada al verle la muñeca.

"Es hermosa, Lila. ¡Has hecho un trabajo increíble!" - dijo su madre llena de orgullo.

Lila se sintió feliz, pero había algo más. Al día siguiente, su comunidad organizó un evento en la plaza del pueblo. Había juegos, música y algunos puestos de comida. Lila decidió llevar su muñeca para mostrarla. Al llegar, notó que había muchos niños sin juguetes. Algunos incluso miraban la muñeca con envidia, y Lila se sintió un poco triste por ellos.

Mientras jugaba con su muñeca, un niño muy pequeño se le acercó y le dijo:

"¿Puedo jugar con tu muñeca?"

Lila dudó un momento:

"Pero es mi muñeca..." - respondió, sintiendo un nudo en la garganta.

Entonces vio la carita de tristeza en el niño.

"Está bien, podemos jugar juntos" - dijo finalmente.

Los dos comenzaron a jugar y pronto se unieron más niños. Lila se dio cuenta de que se estaba divirtiendo muchísimo más compartiendo su muñeca que guardándola para sí misma.

Al terminar el día, Lila sintió una felicidad que nunca había experimentado. Había decidido regalarle su muñeca al niño.

"Este regalo es para vos. Te hará feliz" - le dijo a su nuevo amigo, que no podía creerlo.

"¿De verdad? ¡Gracias, Lila!" - exclamó el niño con una sonrisa de oreja a oreja.

Lila regresó a casa con el corazón llenó de alegría. Su madre la miró con ojos brillantes.

"Hiciste un hermoso gesto al compartir lo que tanto amabas, Lila" - le dijo, abrazándola con fuerza.

Ese día, Lila comprendió que la felicidad se encuentra en dar y compartir con los demás. La muñeca que había hecho no sólo le trajo alegría, sino que también le mostró el verdadero valor de la amistad.

Y así, en un rincón humilde de ese pequeño pueblo, Lila dejó un gran legado: el de compartir lo que tenemos con quienes más lo necesitan, sabiendo que, aunque sea pequeño, un gesto de amor puede iluminar el día de alguien más.

FIN.

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