El Sueño de Lola
Era una mañana brillante en el barrio de La Paz, y los rayos del sol iluminaban el rostro de Lola, una niña de diez años con una gran pasión por el fútbol. Desde que tenía memoria, su sueño era jugar en un equipo de fútbol. Cada tarde, después de hacer sus tareas, se ponía las botas, tomaba su balón y se escapaba al parque donde practicaba sus trucos y regateos. Pero a pesar de su dedicación, siempre había una voz en su cabeza que le decía que quizás no era lo suficientemente buena.
Un día, Lola escuchó que un equipo local de fútbol estaba haciendo pruebas para formar un nuevo equipo infantil. Su corazón se llenó de emoción y nervios al mismo tiempo.
"Mamá, ¡tengo que ir! Es nuestra oportunidad de jugar en un equipo de verdad", dijo Lola con brillo en sus ojos.
"¿Estás segura, mi amor? Hay muchos chicos que probablemente sean más grandes o más habilidosos", respondió su madre advirtiéndole sobre lo que podría enfrentar.
"Sí, estoy segura. He estado practicando, y nada va a detenerme”, replicó la pequeña con determinación.
Finalmente, después de convencer a su madre, Lola fue a las pruebas. En el campo, había un montón de chicos corriendo, riendo y mostrando sus habilidades. Lola sintió un nudo en el estómago, pero recordó por qué estaba allí. Cuando llegó su turno, se acercó al balón con confianza:
"¡Voy a dar lo mejor de mí!", se dijo a sí misma.
Sin embargo, durante las pruebas, las cosas no salieron como esperaba. Un niño más grande le quitó el balón en el primer intento, y al intentar hacer una jugada, el entrenador la llamó:
"¡Vamos, Lola! ¡Tuviste una buena intención, pero necesitas enfocarte!"
Lola sintió que su corazón se hundía. Pensó que nunca la elegirían, pero siguió intentándolo. Ella repetía en su mente:
"Si lo intento una vez más, quizás me elijan."
Después de varias sesiones de prueba y muchas caídas, finalmente llegó el día en que anunciarían al equipo seleccionado. Mientras escuchaba a los chicos hablar de sus expectativas, Lola trató de mantenerse positiva.
"No importa si no me eligen, hice lo mejor que pude", pensó.
El entrenador apareció con una lista en la mano:
"Chicos, todos hicieron un gran trabajo, pero estos son los nombres de los que formarán parte del equipo."
El corazón de Lola latía aceleradamente al escuchar los nombres. Uno tras otro, los niños fueron llamados. Finalmente, escuchó su nombre:
"Lola Torres."
Su cara se iluminó y corrió hacia el entrenador a abrazarlo.
"¡Gracias! No sé cómo agradecerte, ¡es un sueño hecho realidad!"
"Recuerda, esto es sólo el comienzo. El trabajo duro y el compañerismo son lo más importante en un equipo", le dijo el entrenador con una sonrisa.
Lola se unió al equipo y, con el tiempo, aprendió que lo más importante no era ganar, sino divertirse y jugar con sus amigas. En cada entrenamiento, mejoraba y aprendía de sus compañeros, y lo más valioso que descubrió fue que todos podían aportar algo especial.
Una tarde, mientras entrenaban, sus compañeras estaban desmotivadas porque habían perdido su último partido. Lola, llena de energía, decidió hablar:
"Chicas, ¡no podemos darnos por vencidas! Cada partido es una oportunidad para aprender algo nuevo. Vamos a divertirnos, eso es lo que realmente importa. ¡Juguemos como un verdadero equipo!"
Sus palabras animaron a todas. Volvieron al campo con una sonrisa, y lo que siguió fue un partido lleno de risas, juego y compañerismo. Sin importar el resultado, todas se sintieron ganadoras.
Y así, Lola descubrió que el verdadero espíritu del fútbol no estaba solo en ganar, sino en disfrutar el juego y en la amistad que forjaban en cada pase, en cada risa y en cada lágrima de frustración. Con el tiempo, lograron ganar varios partidos, pero para ellas, lo más valioso era la unión del equipo.
Al final de la temporada, alzaron un trofeo, pero más allá de ese triunfo, lo que realmente significaba para Lola era que había encontrado su lugar, su voz y la confianza para seguir soñando y jugando, sin importar los obstáculos.
Lola siempre recordará que el fútbol no es solo un juego. Es un camino lleno de experiencias, aprendizajes y la amistad que creció con sus compañeras. Y sobre todo, aprendió que cada intento cuenta, y que siempre vale la pena seguir luchando por los sueños.
FIN.