El Sueño de los Cuentos Perdidos
En el pequeño pueblo de Luminoso, vivían varios niños que trabajaban en el mercado durante el día, vendiendo frutas y flores. Entre ellos estaba Mateo, que siempre soñaba con aprender a leer y a contar.
"Quiero ser como el maestro que viene a contarnos historias en el parque, pero no puedo ir a la escuela porque tengo que ayudar a mi familia"-, le decía a su amiga Sofía, que lo animaba: "Nosotros podemos aprender juntos en nuestro tiempo libre"-.
Decididos a cambiar su situación, crearon un pequeño rincón en la plaza donde, al caer la tarde, se reunían con otros niños. Allí, unían fuerzas y compartían lo que sabían, usando piedras para contar y hojas para escribir.
El entusiasmo de todos los chicos era contagioso y pronto se convirtieron en un grupo lleno de risas y cuentos por vivir.
Sin embargo, un día se encontraron con una situación inesperada: la señora Carmen, la dueña de la floristería, se acercó a ellos.
"He visto lo que hacen, y me parece maravilloso. A veces, los niños olvidan lo importante que es aprender mientras ayudan a sus familias. ¿Puedo unirme a ustedes?"-, preguntó con una sonrisa.
La señora Carmen se convirtió en su aliada y les propuso organizar un taller de historias en su tienda los fines de semana, donde los niños podrían contar lo aprendido.
Así, el grupo no solo siguió creciendo, sino que empezó a recibir apoyo de otros adultos que querían ayudar. Juntos, hicieron del rincón en el parque un lugar de aprendizajes y sueños, donde cada niño tenía derecho a una educación.
El esfuerzo y la determinación de Mateo y Sofía hicieron que, poco a poco, más chicos pudieran asistir a la escuela y compartir su magia con el mundo.
FIN.