El sueño de Lucas



Había una vez un niño llamado Lucas, que siempre había soñado con ser panadero. Desde muy pequeño, le encantaba estar en la cocina y ayudar a su mamá a preparar deliciosas recetas.

Pero lo que más le fascinaba era hacer pan. Un día, mientras estaba jugando en el parque, Lucas vio un cartel que decía: "Se busca ayudante de panadero".

Sus ojos se iluminaron de emoción y supo que esa era su oportunidad de convertir su sueño en realidad. Sin perder tiempo, corrió a casa para contarle a su mamá sobre la oferta de trabajo. Ella sonrió y le dijo: "Lucas, estoy muy orgullosa de ti por querer seguir tus sueños. Veamos cómo podemos ayudarte".

Al día siguiente, Lucas se presentó en la panadería del señor Martín. El señor Martín era un hombre amable y simpático que tenía muchas historias interesantes para contar.

Le explicó a Lucas todas las tareas que debía realizar como ayudante de panadero. "Lucas, tu primera tarea será mezclar los ingredientes para hacer la masa del pan", dijo el señor Martín mientras le mostraba los ingredientes.

Lucas tomó nota mentalmente y comenzó a mezclar harina, agua y levadura en un gran recipiente. Estaba tan concentrado en su tarea que no se dio cuenta de lo rápido que pasaban las horas.

Cuando terminó con la masa del pan, el señor Martín lo felicitó por su excelente trabajo y le pidió que formara pequeñas bolitas con ella. "¡Muy bien hecho! , ahora tienes que dejarlas reposar durante un rato para que crezcan", indicó el señor Martín. Lucas esperó pacientemente mientras las bolitas de masa se convertían en panecillos esponjosos.

El aroma del pan horneándose llenaba la panadería y Lucas no podía evitar sonreír de felicidad. Una vez que los panecillos estuvieron listos, el señor Martín le enseñó a Lucas cómo decorarlos con semillas y glaseados coloridos.

"¡Wow! ¡Son tan bonitos!", exclamó Lucas emocionado al ver sus creaciones. El día continuó lleno de tareas para Lucas. Aprendió a hacer diferentes tipos de pan: baguettes, croissants, pancitos dulces y muchas otras delicias más.

Cada vez que terminaba una tarea, el señor Martín lo felicitaba por su dedicación y esfuerzo. Al final del día, el señor Martín llamó a todos los empleados de la panadería para darles una sorpresa a Lucas.

Sacaron una enorme torta decorada con velitas y le cantaron "Feliz cumpleaños". "¡Gracias! ¡No puedo creerlo! ¡Es mi cumpleaños hoy!", exclamó Lucas emocionado mientras soplaba las velitas. Todos celebraron junto a él y compartieron un pedazo de la deliciosa torta.

Fue un momento muy especial para Lucas y se sintió aún más feliz por haber pasado su cumpleaños haciendo lo que amaba: ser panadero. Después de ese día, Lucas siguió trabajando en la panadería del señor Martín durante mucho tiempo.

Se convirtió en un excelente panadero y cada vez que horneaba un nuevo lote de pan, recordaba aquel día en el que su sueño se hizo realidad.

Y así, Lucas demostró a todos los niños que si siguen sus sueños y trabajan duro, pueden convertirse en lo que deseen. Porque cuando hacemos lo que amamos, cada día se convierte en una aventura llena de magia y felicidad.

FIN.

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