El Sueño de Lucas
Había una vez un niño llamado Lucas que vivía en un pequeño barrio de Buenos Aires, donde cada tarde, después de la escuela, corría al parque para jugar al fútbol con sus amigos. Lucas soñaba con ser un futbolista profesional y jugar en la selección. Su ídolo era Lionel Messi, y cada vez que veía un partido, se imaginaba haciendo los mismos goles que él.
-Un día, mientras pateaba una pelota contra una pared, su amigo Tomás se acercó y le dijo:
"Che, Lucas, ¿por qué no te inscribís en el club del barrio? ¡Podrías ser muy bueno!"
Lucas sonrió e hizo una pausa. Nunca había pensado en eso.
"¿Crees que de verdad podría?"
Tomás le dio una palmada en la espalda.
"¡Claro que sí! Solo tenés que entrenar y dar lo mejor de vos."
Esa misma semana, Lucas se anotó en las pruebas del club. El día de la selección, estaba muy nervioso, pero también emocionado. Al llegar, vio a otros chicos que parecían ser grandes jugadores. Esto lo hizo sentir un poco inseguro. Justo entonces, escuchó a su mamá detrás de él.
"Lucas, recuerda que lo más importante es divertirte y dar lo mejor de vos, sin importar lo que pase."
"Tenés razón, mamá. ¡Voy a darlo todo!"
El entrenador, un hombre alto y robusto, les dijo a los chicos que jugasen un partido para evaluarlos. Lucas se concentró y, a pesar de su nerviosismo, empezó a correr. Luchó por cada balón, haciendo dribles sorprendentes y un par de pases geniales. Finalmente, marcó un gol. ¡Era increíble! Pero, al final del partido, solo eligieron a algunos chicos para el equipo. Lucas no fue uno de ellos.
"No te desanimes, Lucas," le dijo Tomás después de la prueba.
"Solo tenés que seguir practicando y no rendirte. La próxima vez lo lograrás."
Lucas se sintió triste, pero recordó las palabras de su mamá y las de su amigo. Decidió que no se iba a rendir. Se comprometió a entrenar todos los días. Practicaba sus tiros, corría por el parque y hasta pedía consejos a jugadores más grandes.
Pasaron algunos meses, y entonces llegó el momento de las siguientes pruebas. Esta vez, Lucas estaba más preparado. En el partido de selección, metió otros dos goles y mostró una gran técnica. Cuando el entrenador anunció los elegidos, Lucas sintió una mezcla de ansiedad y esperanza.
"¡Felicitaciones! ¡Lucas, sos parte del equipo!"
Se sintió en la cima del mundo.
"¡No puedo creerlo! ¡Gracias, entrenador!"
Los entrenamientos eran intensos. Lucas aprendió mucho, pero también sabía que había que tener disciplina. Con el tiempo, fue convirtiéndose en uno de los jugadores más destacados. Sin embargo, en una de las competencias importantes, se lesionó. No pudo jugar durante varias semanas. En vez de rendirse, se dedicó a ayudar a sus compañeros en los entrenamientos.
"No importa si no puedo jugar ahora. Quiero ser parte del equipo y contribuir de cualquier manera," les decía.
Cuando finalmente se recuperó, el equipo estaba clasificado para la final. Lucas se sintió nervioso, pero recordaba lo que había aprendido: el trabajo en equipo es lo más importante.
"Chicos, hoy debemos jugar juntos. No solo por nosotros, sino por todo el esfuerzo que hicimos. ¡Vamos a ganar!"
El partido comenzó. Los dos equipos jugaron muy bien, pero en el último minuto, el marcador iba 1-1. Lucas recibió el balón y, al verlo venir, recordó todos sus entrenamientos. Con todo su corazón, se lanzó hacia la portería y, ¡gol! La multitud estalló de alegría.
"¡Lucas! ¡Sos un genio!" gritó Tomás desde la tribuna.
El equipo ganó el torneo, y la alegría fue inmensa. Al final, el entrenador se acercó a Lucas.
"Lucas, tu dedicación y tu espíritu de equipo me han impresionado. ¡Sigue así! Este es solo el comienzo."
Y así fue como Lucas, gracias a su esfuerzo y su pasión, comenzó un camino hacia convertirse en un futbolista profesional.
Con el tiempo, formó parte de academias importantes y, un día, recibió la gran noticia: sería seleccionado para jugar en un club de primera. Mirando hacia atrás, se dio cuenta de que cada pequeño paso había valido la pena, y que nunca debió rendirse.
"Siempre hay que luchar por nuestros sueños," pensó. Y así, Lucas siguió persiguiendo sus metas, recordando siempre lo que su madre y su amigo le enseñaron: la clave estaba en el entrenamiento, la disciplina, y en nunca dejar de creer en uno mismo.
FIN.