El Sueño de Lucas



Era un soleado sábado en el barrio de Villa Esperanza, donde todos los niños salían a jugar al fútbol. Entre ellos estaba Lucas, un niño de diez años con todos los sueños del mundo en su corazón, y una pelota de fútbol bajo el brazo. Lucas soñaba con ser un gran jugador, como su ídolo, el famoso futbolista ‘El Pampa’.

- ‘¿Vas a jugar con nosotros, Lucas? ’, preguntó su amigo Tomás, mientras corría detrás de una pelota.

- ‘Claro, hoy voy a demostrarles todo lo que puedo hacer’, contestó Lucas con una sonrisa llena de entusiasmo.

Cuando llegó al parque, Lucas se unió a sus amigos en un emocionante partido de fútbol. Todo iba de maravillas hasta que, en medio del juego, Lucas tropezó y cayó al suelo.

- ‘¡Ay, me dolió mucho! ’ se quejó, mientras sus amigos se acercaban.

- ‘Ihh, ¿estás bien, Lucas? ’, preguntó Sofía, con una mirada preocupada.

- ‘Sí, solo me dolió un poco el brazo, pero ya está’, dijo Lucas tratando de levantarse.

Sin embargo, al intentar hacer una jugada más, se sintió dolorido.

- ‘Tal vez deberías descansar un rato’, sugirió Tomás,

- ‘No, no quiero, todavía no he mostrado lo que valgo’, respondió Lucas con determinación.

A pesar de su corazón valiente, después de un par de minutos sintió que no podía más. Se sentó en un banco del parque, frustrado. Los demás niños continuaron jugando y divirtiéndose.

Mientras Lucas observaba, vio a un anciano en el parque que paseaba con su perro. Era Don Manuel, el abuelo del barrio.

- ‘¿Por qué no vuelves a jugar, pibe? ’, le preguntó con una voz amable.

- ‘Porque no puedo, me duele mucho’, respondió Lucas, con un suspiro.

- ‘Entiendo, pero a veces se necesita un descanso para volver con más fuerza. ¿Has visto a los árboles? Necesitan tiempo para crecer y ser fuertes’, dijo Don Manuel, señalando un árbol cercano.

- ‘¿De verdad? ’, replicó Lucas, sintiendo curiosidad.

- ‘Sí, a veces es mejor tomar un respiro y observar. La vida es como un juego de fútbol, a veces hay que hacer una pausa para luego llegar al arco con todo’, explicó.

Lucas se puso a pensar en lo que decía Don Manuel. Mientras miraba a sus amigos, notó que Carlos había metido un gol espectacular.

- ‘¡Wow! ¡Qué buen gol, Carlos! ’, gritó Lucas, aplaudiendo.

- ‘Gracias, Lucas. Cuando vuelvas a jugar, ¡te necesito en el equipo! ’, respondió Carlos.

- ‘¡Sí! ¡Quiero hacer un gol para que me aplaudan también! ’, exclamó Lucas con energía renovada.

Después de un rato de descanso, Lucas sintió que su brazo ya no dolía tanto. Decidió que era momento de volver al juego.

- ‘¡Chicos! ¡Voy a jugar otra vez! ’, gritó, levantándose del banco.

Sus amigos lo animaron y lo recibieron con alegría.

- ‘¡Vamos, Lucas! ’, gritaron todos al unísono.

Lucas corrió hacia la cancha y, sintiéndose más fuerte, empezó a jugar como nunca. Cada pase, cada regate, lo llenaban de alegría. Y en un instante, se encontró frente al arco.

- ‘¡Lucas, tirá! ’, gritaron sus amigos.

Con un tiro decidido, ¡GOOOOL! La pelota entró en la red y todos estallaron en aplausos.

- ‘¡Sí, lo hice! ’, gritó Lucas, saltando de felicidad.

Cuando el partido terminó, Lucas se dio cuenta de que había aprendido dos cosas importantes: que a veces es bueno detenerse y observar, y que la perseverancia siempre vale la pena.

- ‘Gracias, Don Manuel, por tus palabras’, le dijo mientras se acercaba después del partido.

- ‘De nada, pibe. Recuerda que el verdadero juego está en disfrutarse a uno mismo y nunca rendirse’, respondió el anciano sonriendo.

Desde ese día, Lucas cada vez que se caía o enfrentaba un obstáculo, se acordaba de la importancia de parar, reflexionar y volver a levantarse. El fútbol no era solo un juego: era una metáfora de la vida misma. Y así, Lucas siguió persiguiendo sus sueños, un día a la vez.

FIN.

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