El Sueño de Lucas



En un pequeño barrio de Buenos Aires, vivía un niño llamado Lucas. Él era un niño alegre, pero su familia vivía en la pobreza. A pesar de las dificultades, siempre tenía una sonrisa en su rostro y un sueño en su corazón: poder ir a la escuela y aprender a leer y escribir.

Una mañana, mientras Lucas jugaba en la plaza con sus amigos, vio un anuncio pegado en un árbol. Decía que había una inscripción para la escuela del barrio. Lucas, lleno de emoción, corrió a casa.

"Mamá, ¡hay una escuela!" - dijo con gran entusiasmo.

Su madre, que trabajaba muy duro para mantener a la familia, se preocupó un poco.

"Lucas, no sé si podremos pagar el material escolar."

"¡Pero mami! Si todos los niños deben ir a la escuela, yo también puedo, y prometo que voy a estudiar mucho!" - gritó Lucas con esperanza.

Su madre sonrió, pero la tristeza en sus ojos no se fue. A la mañana siguiente, Lucas decidió ir a la escuela. Caminó hasta el edificio, vio a otros niños jugando en el patio y sintió un nudo en el estómago. No tenía nada para escribir, ni mochilas como los otros. Sin embargo, tenía su entusiasmo y un deseo de aprender.

Cuando la maestra llegó, todos los niños hicieron silencio. Ella era amable y les dijo:

"Bienvenidos a todos a un nuevo año escolar. Hoy aprenderemos la importancia de la paz y de ayudarnos mutuamente."

Lucas se sintió inspirado. Sin embargo, a medida que pasaban los días, la realidad de no tener materiales comenzaba a pesarle. Veía a sus compañeros con lápices y cuadernos, mientras él sólo tenía un viejo cuaderno que encontró en casa. Un día, decidió hablar con la maestra.

"Señorita, yo... yo no tengo todos los materiales que los demás.

- No te preocupes, Lucas. Lo importante es que estés aquí y que tengas el deseo de aprender. Podemos compartir."

Lucas sonrió, pero en su corazón había un agujero que le decía que era diferente. Decidió hacer un plan. Se sentó en el pequeño rincón de su casa con su cuaderno y comenzó a dibujar. No tenía lápices de colores, pero usó trozos de carbón que encontró en la cocina.

"Mamá, voy a hacer un dibujo de la paz. Quiero enseñarle a mis compañeros lo que significa para mí" - le dijo. Su madre, con lágrimas en los ojos, se emocionó.

"Eres un gran artista, Lucas. El amor se puede expresar de muchas maneras."

Después de días de esfuerzo, logró crear un hermoso dibujo. Decidió llevarlo a la escuela.

Cuando llegó, sus compañeros lo miraron con curiosidad.

"¿Qué es eso, Lucas?" - preguntó una niña.

"Es mi dibujo sobre la paz. Quiero que todos aprendamos a ayudarnos y compartir, como hacemos en clase" - respondió.

La maestra lo observó y se acercó.

"Lucas, este dibujo es maravilloso. ¿Te gustaría que todos hicieran su propio dibujo sobre la paz? Se los podemos mostrar en una exposición."

La idea emocionó a todos. Lucas sintió que estaba criando un espíritu de unión. A partir de ese día, sus compañeros empezaron a ayudarlo. Algunos le compartieron materiales, mientras otros se unieron a la idea de hacer una exposición sobre el amor y la paz.

Poco a poco, la pobreza de Lucas no se sentía tan pesada. La comunidad comenzaron a unirse por una causa: cada quien llevó algo para ayudar a aquellos que no podían. Juntos lograron decorar la escuela y hacer una hermosa exposición.

El día de la muestra, todos estaban emocionados. Los padres y vecinos llegaron a ver todas las obras.

"Miren lo que hemos hecho juntos!" - gritó Lucas, muy orgulloso.

"El amor y la paz se construyen ayudando al que más lo necesita" - continuó la maestra.

Esa noche, Lucas se acostó feliz.

"Mamá, gracias por siempre apoyarme, no importa lo que pase. Sé que juntos podemos lograrlo" - le dijo a su mamá.

Y así, Lucas aprendió que a veces, en la vida, el amor y la paz son más grandes que cualquier pobreza, y que si nos unimos, podemos construir un futuro lleno de luces y risas, donde todos se sientan en casa.

El sueño de Lucas de ir a la escuela se convirtió en una hermosa realidad, no solo para él, sino para muchos otros niños en su comunidad.

Y así, cada vez que se miraba en el espejo, podía ver su sonrisa, reflejo de un espíritu que nunca se rindió ante la adversidad.

FIN.

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