El Sueño de Lucas
Había una vez un niño llamado Lucas, que soñaba con ser un gran jugador de fútbol. Lucas vivía en un barrio donde el fútbol era más que un deporte, era una pasión. Todos los días, después de la escuela, se reunía con sus amigos en la cancha del barrio para jugar hasta que se ponía el sol.
Un día, mientras jugaban, un hombre mayor, con una camiseta que decía —"Entrenador" , se acercó a ellos. "Hola chicos, ¿quién de ustedes quiere mejorar sus habilidades en el fútbol?"- preguntó con entusiasmo.
Todos los niños lo miraron con curiosidad, pero solo Lucas dio un paso adelante. "Yo quiero, por favor, ayúdame a ser mejor"- dijo con determinación.
El entrenador sonrió. "Bien, Lucas. Te enseñaré algunos trucos y técnicas, pero necesitarás práctica y paciencia"- le advirtió. A la mañana siguiente, Lucas se presentó en la cancha, listo para aprender.
Durante las siguientes semanas, Lucas practicó todos los días. Aprendía dribles, pases y tiros al arco. Pero no todo fue fácil. Un día, después de fallar un tiro que creía que podía hacer, se sentó en el borde de la cancha, desanimado. "Nunca podré ser un buen jugador"- dijo, casi llorando.
El entrenador se acercó y le dijo "Lucas, todos los grandes jugadores han fallado innumerables veces. Lo importante es levantarse y seguir intentándolo. ¿Recuerdas cómo aprendiste a andar en bicicleta?"-
Lucas asintió, recordando las caídas que había tenido antes de lograr andar sin ayuda. "Sí, pero el fútbol es diferente"- respondió.
"No es diferente, Lucas. La vida se trata de perseverar y aprender de nuestros errores. Te prometo que cada intento cuenta, y si sigues insistiendo, vas a llegar lejos"- dijo el entrenador con una sonrisa.
Lucas decidió escuchar al entrenador. Regresó a la cancha y continuó practicando. Pasaron los meses y llegó el momento de participar en un torneo local. Aunque estaba nervioso, se acordó de las palabras de su entrenador y se preparó con todo su esfuerzo.
El día del torneo, el equipo de Lucas había llegado a la final. Cada partido había sido difícil, pero habían llegado lejos gracias al trabajo en equipo y a la dedicación. En la final, el marcador estaba empatado y quedaban solo unos pocos minutos.
Lucas estaba en el campo y se sentía más confiado. "¡Vamos, chicos, podemos hacerlo!"- alentó a sus compañeros. En ese momento, recibió el balón y, recordando todas las lecciones de su entrenador, tomó una respiración profunda y se preparó para disparar.
La pelota voló hacia el arco, y en un segundo que pareció eterno, el balón golpeó la red. "¡Gol!"- gritaron todos sus amigos, y Lucas no podía creer lo que había logrado. Había anotado el gol de la victoria.
Después del partido, el entrenador se acercó a Lucas y le dijo "Estoy muy orgulloso de vos. No solo por el gol, sino por todas las veces que te levantaste cuando tuviste dificultades. Eso te hará un mejor jugador y también una mejor persona"-.
Desde ese día, Lucas no solo fue conocido en su barrio como un excelente jugador de fútbol, sino también como un gran compañero que nunca se rindió, enseñando a todos que el verdadero triunfo está en la perseverancia y la amistad.
FIN.