El sueño de Lucas


Había una vez una abuela llamada Rosa y su nieto, Lucas. Ambos eran muy unidos y les encantaba hacer actividades juntos.

Un día, mientras paseaban por la ciudad, vieron un cartel que anunciaba una función de teatro para niños. - ¡Mira Lucas! -exclamó la abuela emocionada-. Hay una obra de teatro en el teatro del centro. ¿Te gustaría ir a verla? - ¡Sí, abuela! -respondió Lucas con entusiasmo-. Nunca he ido al teatro antes.

Rosa compró las entradas y llegó el día de la función. Abuela y nieto se sentaron en sus butacas, expectantes por lo que iban a presenciar. Las luces se apagaron y el telón se levantó.

La obra trataba sobre un pequeño ratón llamado Matías que vivía en un granero junto a su familia. Pero Matías no era como los demás ratones; él soñaba con ser bailarín.

A medida que avanzaba la historia, Lucas estaba completamente cautivado por las actuaciones de los personajes, mientras que Rosa sonreía al verlo tan feliz.

Pero justo cuando Matías estaba a punto de cumplir su sueño de bailar sobre el escenario, ocurrió algo inesperado: uno de los actores tropezó y se torció el tobillo. El público quedó en silencio mientras esperaban alguna solución. Fue entonces cuando Rosa tuvo una idea brillante. - ¡Lucas! -le susurró al oído-. ¿Qué tal si tú ocupas el lugar del actor lesionado? Tú puedes hacerlo.

Lucas dudó por un momento, pero luego se llenó de valentía y asintió. Se puso el disfraz del personaje y subió al escenario. - ¡Bienvenido, Lucas! -dijo el director, sorprendido por la audacia del niño-.

¿Estás listo para actuar? - Sí, estoy listo -respondió Lucas con seguridad. La función continuó y Lucas demostró su talento improvisando sus líneas. Todos los espectadores estaban impresionados por su actuación y lo aplaudieron emocionados.

Cuando la obra llegó a su fin, Rosa abrazó a Lucas con orgullo. - ¡Eres increíble, mi niño! -exclamó la abuela emocionada-. Nunca imaginé que tenías tanto talento para actuar. Lucas sonrió felizmente mientras bajaba del escenario.

Había descubierto una nueva pasión gracias a ese imprevisto en el teatro. A partir de ese día, Lucas siguió participando en obras de teatro escolares y comunitarias. Siempre contaba con el apoyo incondicional de su abuela Rosa, quien se convirtió en su mayor fanática.

Y así fue como una tarde en el teatro cambió las vidas de abuela y nieto para siempre. Aprendieron que no hay obstáculos demasiado grandes cuando se tiene valentía y determinación para seguir los sueños.

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