El Sueño de Lúmina



Era una noche serena en el pequeño pueblo de Valle Brillante. Los faroles iluminaban las calles adoquinadas, y los árboles se mecían suavemente con la brisa. Allí vivía una niña llamada Sofía, que era curiosa y soñadora. Desde pequeña, había sentido un fuerte lazo con su imaginación, pero esa noche, algo la sorprendería aún más.

Mientras Sofía se acomodaba en su cama, cerró los ojos y se dejó llevar por un sueño profundo. En ese instante, se encontró en un lugar mágico llamado Lúmina, un pueblo donde todo brillaba. Las casas eran de colores vibrantes y en los árboles había frutos que resplandecían como estrellas.

Sofía miró a su alrededor y vio a un grupo de niños jugando.

"¡Hola! Yo soy Sofía, ¿qué hacen aquí?" - preguntó con entusiasmo.

"¡Bienvenida a Lúmina!" - exclamó una niña de cabello dorado y ojos chispeantes. "Yo soy Lila. Estamos jugando a buscar el Fruto de la Abundancia."

Intrigada, Sofía se unió a ellos. Juntos corrieron y jugaron, riéndose y disfrutando del brillo del lugar. Pero pronto, un pequeño dragón de papel apareció volando por el aire.

"¡Ayuda! Necesito encontrar el Fruto de la Abundancia para salvar Lúmina!" - dijo el dragón con voz temblorosa.

"¿Salvar Lúmina? ¿Qué está pasando?" - preguntó Sofía, sintiendo como su corazón latía con fuerza.

"Sin el Fruto, Lúmina comenzará a perder su luz y se sumergirá en la oscuridad. Cada cinco años, un grupo de valientes se embarca en la búsqueda. Tienes que ayudarnos, ¡eres la elegida!" - explicó el dragón.

Sofía se sintió asustada, pero también emocionada. Sabía que debía ayudar. Junto a Lila, el dragón y otros niños, partieron hacia el Bosque Brillante, donde se decía que el Fruto se escondía.

Mientras caminaban, los amigos enfrentaron varios desafíos. En un claro, encontraron una gran telaraña que bloqueaba el camino.

"¡Oh no! No podemos pasar por aquí!" - dijo uno de los niños.

"Yo tengo una idea" - dijo Sofía. "¡Podemos trabajar juntos! Si cada uno de nosotros lanza una bola de luz, podríamos deshacerla."

Los niños asintieron. Juntos, formaron una cadena y lanzaron sus luces. La telaraña se deshizo y pudieron seguir adelante.

El grupo continuó su aventura, atravesando un río encantado, donde un pez dorado les dijo:

"Para cruzar, deben responder a una adivinanza. ¿Qué brilla en el cielo y hace soñar a los seres del mundo?"

"Las estrellas!" - gritó Sofía.

El pez dorado sonrió y les permitió pasar. Finalmente, llegaron a una cueva llena de vida.

"Aquí está el Fruto de la Abundancia!" - exclamó Lila, viendo un enorme fruto dorado en el centro de la cueva.

Pero, para su sorpresa, se dieron cuenta de que no estaban solos. Un guardián del bosque, con una mirada sabia, los observaba.

"¿Por qué desean el Fruto?" - preguntó.

Sofía, con sinceridad, respondió:

"Para salvar Lúmina y que su luz nunca se apague. Pero, además, queremos compartir su brillo con otros pueblos."

El guardián sonrió y asintió, comprendiendo su nobleza.

"Entonces, el Fruto es vuestro, pero recordad que la luz más poderosa se encuentra en el corazón de todos aquellos que desean hacer el bien."

Con el Fruto en sus manos, Sofía y los niños regresaron a Lúmina y lo ofrecieron a todos los habitantes del pueblo. La magia del Fruto iluminó el cielo, y todos celebraron juntos.

"Lo logramos!" - gritó Lila.

Despertando en su cama, Sofía sonrió al recordar su aventura. Se dio cuenta de que, aunque todo había sido un sueño, llevaría esa enseñanza en su corazón: la importancia de la unión, la valentía y el deseo de ayudar a otros. Desde entonces, Sofía se convirtió en una embajadora de la bondad y la amistad en Valle Brillante, inspirando a todos a encontrar su propia luz.

Y así, el pequeño sueño de Sofía se transformó en un faro de esperanza y alegría para su pueblo, recordándoles que siempre pueden brillar juntos.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!