El Sueño de Luna



Había una vez una niña llamada Sofía, que vivía en un pequeño pueblo al pie de una montaña. Desde su ventana, cada noche miraba la luna brillante y soñaba con visitarla. Sofía tenía un corazón lleno de curiosidad y una mente inquieta:

"Algún día, voy a ir a la luna", se decía a sí misma con una gran sonrisa.

Un día, mientras exploraba el jardín de su abuela, Sofía encontró un viejo telescopio.

"¡Mirá, abuela!" dijo emocionada. "¿Puedo usarlo para ver más de cerca la luna?"

"Claro, querida. Este telescopio tiene un poco de magia. Te ayudará a ver lo que te propongas en el cielo" respondió la abuela con una sonrisa.

Sofía apuntó el telescopio hacia la luna y la vio más cerca que nunca. Cada cráter y cada sombra parecían contarle historias.

"Por favor, luna, llévame a jugar a tus cráteres y conocer a los hombres de la luna" le pidió, soñando en voz alta.

A la mañana siguiente, Sofía decidió que debía hacer algo para hacer realidad su sueño. Se dirigió al taller de su padre, que era inventor.

"Papá, quiero ir a la luna. ¿Me podés ayudar?" preguntó con confianza.

"Hmm, visitar la luna es un gran desafío, pero podemos construir algo que te lleve un paso más cerca. ¿Qué te parece un cohete?"

Los días se convirtieron en semanas, y juntos trabajaron en el cohete. Sofía aprendió sobre energía, combustibles y hasta matemáticas. Cada fragmento de conocimiento la acercaba más a su sueño. Finalmente, llegó el gran día del lanzamiento.

"¿Estás lista, Sofía?" preguntó su padre mientras ponía la última pieza del cohete.

"¡Sí!" gritó Sofía con toda su fuerza.

Sin embargo, cuando encendieron el cohete, algo salió mal. El fuego y el humo se escaparon, pero el cohete no se movió.

"¡Oh no, no puede ser!" exclamó Sofía, sintiendo que su sueño se desvanecía.

"No te preocupes, Sofía. A veces, las cosas no salen como queremos, pero eso no significa que debemos rendirnos" le dijo su padre.

Sofía se quedó pensando.

"Tenés razón, papá. Tal vez no pueda ir a la luna ahora, pero puedo seguir aprendiendo más sobre ella. Tal vez algún día encuentre otra forma de llegar".

Así que Sofía empezó a leer libros sobre el espacio, a visitar el planetario de la ciudad y a hacer dibujos de la luna.

Un día, en la feria de ciencias de la escuela, Sofía presentó un proyecto sobre la luna.

"La luna es un lugar fascinante lleno de misterios. A través de mi telescopio, he aprendido que hay más de lo que parece a simple vista" explicó emocionada a sus compañeros.

Su trabajo fue tan bien recibido que su escuela decidió enviar a Sofía y a otros niños a un campamento de verano dedicado a la astronomía.

"¡Mirá, estoy yendo más cerca de la luna sin siquiera un cohete!" pensó Sofía, llena de entusiasmo.

En el campamento, aprendió sobre las fases de la luna, cómo funcionan las estaciones y hasta observó a los astronautas en una videoconferencia.

Un día, un viejo astrónomo visitó el campamento y le preguntó a Sofía:

"¿Tienes un sueño, pequeña?"

"Sí, quiero visitar la luna", respondió ella con determinación.

"¿Sabías que también puedes hacerlo a través de los estudios de ingeniería espacial? Podrías ser la primera niña desde aquí en llegar a la luna" dijo el astrónomo.

La idea resonó en la mente de Sofía como un eco. Ya no solo quería ir a la luna, sino que también quería trabajar para hacer que otros niños llegaran allí.

Con el paso del tiempo, Sofía se convirtió en ingeniera. Con su conocimiento, diseñó cohetes y naves espaciales, pero nunca olvidó su primer sueño.

Y un día, se encontró en la plataforma de lanzamiento, lista para subir a su propio cohete hacia la luna. Mientras ascendía, recordó su viejo telescopio.

"Gracias, abuela, por darme la magia del cielo", murmuró mientras el cohete atravesaba las nubes.

Finalmente, Sofía no solo visitó la luna, sino que también inspiró a miles de niños a seguir sus sueños y a nunca rendirse.

Desde entonces, Sofía no solo era conocida por haber ido a la luna, sino también por enseñarle a los demás que a veces los caminos para cumplir nuestros sueños son inesperados y que siempre hay algo más que aprender en el proceso.

FIN.

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