El Sueño de Macalister
Macalister era un niño de once años, con una gran pasión por el fútbol. Su cuarto estaba decorado con posters de sus ídolos, balones de colores y camisetas de su equipo favorito: Talleres de Córdoba. Cada tarde, después de hacer los deberes, corría al parque con su pelota debajo del brazo, listo para jugar con sus amigos.
Un día, mientras el sol se ponía y el cielo se llenaba de tonos naranjas y morados, Macalister se encontraba entrenando en el parque. Estaba tan concentrado en sus tiros, que no se dio cuenta de que un grupo de chicos más grandes se acercaba.
- “¿Qué haces, pibe? Ese balón no te va a hacer famoso”, dijo uno de ellos, riéndose.
Macalister, aunque se sintió un poco desanimado, mantuvo la cabeza en alto y respondió:
- “Quiero ser futbolista profesional. Y sé que un día voy a hacerlo.”
Los chicos más grandes se rieron entre ellos, pero Macalister no se dio por vencido. Cada tarde, practicaba más y más, perfeccionando sus tiros y dominando el regate.
Un fin de semana, en el mismo parque, un exfutbolista del club local, el “Chino” Fernández, vino a dar una clínica de fútbol. Macalister, emocionado, se inscribió inmediatamente, sin dudarlo un segundo.
El día del evento, Macalister llegó temprano:
- “¡Hola, Chino! Soy Macalister y quiero ser como vos algún día.”
El Chino sonrió y le dijo:
- “Si querés ser futbolista, tenés que entrenar muy duro. Vamos a ver qué sabés hacer.”
Durante la clínica, todos los chicos tuvieron la oportunidad de representar sus mejores jugadas. Macalister se destacó en el mini torneo de penales, marcando cinco goles consecutivos. El Chino lo miró con admiración:
- “Tenés talento, pibe. Solo necesitas dedicación y mucha práctica.”
Con el aliento del Chino, Macalister volvió a su rutina de entrenamiento, pero ahora con más motivación. Cada día, practicaba un poco más y se esforzaba por escuchar y aprender. Todo parecía ir viento en popa, pero en una tarde calurosa, mientras jugaba, Macalister se torció un tobillo intentando hacer una jugada espectacular.
- “¡Ay! ¡No! ” - exclamó mientras caía al suelo.
Sus amigos se acercaron corriendo:
- “¿Estás bien, Maca? ”
- “Me duele un poco... creo que necesitaré descansar un tiempo”, respondió con tristeza.
Durante su recuperación, Macalister sintió que su sueño estaba muy lejos. No podía jugar ni entrenar, y pasaba horas mirándose al espejo preguntándose si podría avanzar. A medida que los días pasaban, su capacidad de practicar se reducía y su moral bajaba. Hasta que un día, decidió buscar una manera de mantenerse conectado al fútbol. Comenzó a leer libros sobre tácticas de juego, a ver videos de sus ídolos y a dibujar jugadas en un cuaderno.
Así, mientras su cuerpo sanaba, su mente se llenaba de ideas. Cuando finalmente pudo volver a jugar, se sintió más preparado que nunca.
- “¡Maca! ¡Estás de vuelta! ” - gritaron sus amigos al verlo.
- “Sí, y tengo muchas cosas nuevas que quiero probar! ”
Gracias a sus estudios y su dedicación, Macalister se volvía más inteligente en el campo. A medida que pasaba el tiempo, sus habilidades se notaron. Un entrenador de un equipo juvenil lo observó y lo invitó a una prueba.
- “Creo que tenés lo necesario para estar en el equipo, Macalister.” - le dijo el entrenador.
Al llegar el día de la prueba, Macalister recordó los consejos del Chino y la fortaleza que había encontrado cuando estuvo lesionado. Al finalizar la jornada, pudo ver la sonrisa del entrenador, que no podía ocultar su satisfacción.
- “Hiciste un gran trabajo. Te quiero en el equipo.”
La felicidad inundó a Macalister y corrió a contarles a sus amigos y familia.
- “¡Estoy en el equipo! ¡Voy a jugar futbol! ”
Con el apoyo de su familia y amigos, Macalister entendió que seguir sus sueños requería esfuerzo, valentía y, sobre todo, nunca rendirse. Siendo con el tiempo un jugador destacado en su equipo, empezó a jugar en un club, soñando con un día llegar a ser futbolista profesional, como siempre había querido. Y así, cada pase, cada gol, cada triunfo, lo acercaba más a su sueño.
Y así, Macalister no solo se convirtió en un gran futbolista, sino también en un increíble amigo, ayudando a otros niños a soñar y a trabajar duro por ellos.
Porque a veces, los sueños pueden hacerse realidad, solo hay que dedicarse a ellos con todo el corazón.
FIN.