El sueño de Manuel



Había una vez un nilo llamado Manuel que vivía en un pueblo rodeado de montañas y árboles. A pesar de ser un lugar hermoso, Manuel siempre había soñado con conocer la playa.

Sin embargo, nunca había tenido la oportunidad de hacerlo, ya que su familia no tenía mucho dinero para viajar. Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, escuchó a unos turistas hablar sobre lo maravillosa que era la playa.

Manuel se emocionó tanto al escuchar sus historias que decidió que haría todo lo posible por cumplir su sueño de ver el mar. "¡Amigos! ¡He decidido que quiero ir a la playa!", anunció Manuel emocionado. Sus amigos lo miraron sorprendidos.

Sabían lo importante que era ese sueño para él y querían ayudarlo a cumplirlo. "Pero Manuel, ¿cómo vamos a llegar hasta allí? La playa está muy lejos", preguntó uno de sus amigos preocupado.

Manuel pensó por un momento y recordó que su tío tenía una camioneta vieja pero confiable. Sin dudarlo, fue corriendo a casa para pedirle a su tío si podían usarla para ir a la playa. Su tío aceptó encantado y juntos prepararon todo para emprender el viaje.

Llenaron la camioneta con agua, comida y algunas cosas más para pasar un día increíble en la playa. El camino fue largo y lleno de aventuras. Pasaron por campos verdes, ríos cristalinos y pueblos pintorescos.

Manuel estaba tan emocionado que no podía dejar de sonreír. Finalmente, después de horas de viaje, llegaron a la costa. El sonido de las olas rompiendo contra la orilla llenaba el aire y el sol brillaba en lo alto del cielo azul.

Manuel corrió hacia la arena dorada y cerró los ojos sintiendo el cálido abrazo del sol en su piel. Abrió los ojos lentamente y vio frente a él un inmenso océano azul extendiéndose hasta donde alcanzaba la vista.

"¡Es hermoso!" exclamó Manuel emocionado mientras corría hacia las olas espumosas. Se quitó los zapatos y sintió cómo la arena se deslizaba entre sus dedos mientras las olas acariciaban sus pies por primera vez en su vida.

Estaba tan feliz que no podía contener las lágrimas de emoción. Pasaron horas jugando en el agua, construyendo castillos de arena y reagarrando almejas marinas.

Manuel estaba viviendo uno de los días más felices de su vida gracias al esfuerzo conjunto de él mismo, su familia y amigos. Al caer el sol, regresaron a casa con corazones llenos de recuerdos inolvidables.

Manuel se quedó dormido en el auto con una sonrisa en el rostro sabiendo que siempre recordaría ese día como uno lleno magia e ilusión.

Desde entonces, cada vez que cerraba los ojos antes dormir imaginaba las olas del mar rompiendo suavemente contra la orilla mientras soñaba con volver algún día a aquel lugar mágico donde descubrió una nueva pasión: el amor por el mar.

FIN.

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