El sueño de Margarita


Había una vez una joven llamada Margarita, quien desde muy pequeña soñaba con convertirse en una bailarina profesional.

Desde que tenía apenas 3 años, se pasaba el día entero bailando al ritmo de la música, imaginándose en grandes escenarios y luciendo hermosos vestidos de ballet. Margarita vivía en un pequeño pueblo rodeado de campos verdes y flores coloridas. Aunque su familia no era adinerada, siempre la apoyaron en su sueño de ser bailarina.

Su mamá le decía: "Margarita, nunca te rindas y sigue persiguiendo tus sueños". Un día, mientras daba un paseo por el parque del pueblo, Margarita vio un cartel anunciando audiciones para ingresar a la prestigiosa Academia Nacional de Ballet.

Sus ojos se iluminaron de emoción y supo que esta era su oportunidad para demostrar su talento. Sin perder ni un segundo, Margarita corrió hacia su casa para contarle a sus padres sobre las audiciones.

Estaban orgullosos de ella y la animaron a presentarse sin importar el resultado. El día de las audiciones llegó rápidamente. El salón estaba lleno de jóvenes talentosos esperando ansiosamente su turno. Margarita estaba nerviosa pero decidida a dar lo mejor de sí misma.

Cuando finalmente llegó su turno, salió al escenario con gracia y elegancia. Bailó como si estuviera volando por el aire, dejando impresionados a los jueces con cada movimiento que hacía.

Después de varias semanas interminables de espera, Margarita recibió una carta en el correo. ¡Había sido aceptada en la Academia Nacional de Ballet! Saltó de alegría y corrió a contarle la noticia a sus padres. La academia era un lugar mágico lleno de bailarines talentosos y profesores dedicados.

Margarita se esforzaba al máximo en cada clase, practicando horas y horas para mejorar su técnica y expresión artística. Pero no todo fue fácil para Margarita. A medida que pasaban los años, las clases se volvían más difíciles y competitivas.

Muchas veces se sentía frustrada porque no lograba realizar ciertos movimientos o porque otras bailarinas parecían tener más talento que ella. Un día, mientras ensayaba para una importante presentación, Margarita se torció el tobillo.

Estuvo días sin poder caminar correctamente y pensó que tal vez su sueño de ser bailarina profesional estaba destinado a terminarse ahí. Pero su mamá le recordó las palabras que siempre le decía: "Margarita, nunca te rindas".

Así que con determinación, Margarita comenzó a hacer ejercicios de rehabilitación y poco a poco recuperó su fuerza y flexibilidad. Finalmente llegó el gran día de la presentación. El teatro estaba lleno de gente esperando ver el espectáculo.

Margarita sintió mariposas en el estómago pero sabía que había trabajado duro para llegar hasta ese momento. Cuando salió al escenario, toda su energía negativa desapareció. Bailó con pasión y gracia, transmitiendo emociones a través de cada movimiento.

El público aplaudió emocionado al finalizar su actuación. Después del espectáculo, varios directores de compañías de ballet se acercaron a felicitar a Margarita por su talento. Le ofrecieron oportunidades para unirse a sus compañías y viajar por el mundo.

Margarita no podía creerlo, había logrado su sueño de convertirse en una bailarina profesional. Agradeció a sus padres por su apoyo incondicional y prometió seguir persiguiendo sus sueños sin importar los obstáculos que se le presentaran en el camino.

Y así, Margarita comenzó una nueva aventura llena de música, danza y la satisfacción de haber seguido su pasión hasta convertirla en realidad.

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