El sueño de Marina



Había una vez una niña llamada Marina, que vivía en un pequeño departamento con su mamá y su hermanito. Siempre soñaba con tener una casa propia, donde pudiera tener su propio jardín y espacio para jugar.

Un día, mientras paseaba por el vecindario, Marina vio un terreno vacío. Se acercó a la cartelera que había en el frente del terreno y leyó "Se vende".

Su corazón se llenó de emoción al pensar que podría construir allí su casa soñada. Marina corrió a contarle a su mamá sobre el terreno. "Mamá, encontré el lugar perfecto para nuestra nueva casa", exclamó emocionada. Su mamá sonrió y le dijo: "Eso suena maravilloso, cariño.

Vamos a averiguar más información". Juntas fueron a hablar con el dueño del terreno para conocer todos los detalles. El señor les explicó que podrían comprarlo y construir allí la casa de sus sueños.

Sin embargo, también les advirtió que necesitarían mucho esfuerzo y trabajo para lograrlo. Marina no se desanimó por las palabras del señor. Estaba decidida a hacer todo lo posible para conseguir ese terreno y construir su hogar. Regresaron al departamento con un plan en mente.

Marina comenzó a ahorrar cada centavo que recibía como regalo o por ayudar en tareas domésticas. También empezó a buscar trabajos pequeños en el vecindario para ganar dinero extra.

Pasaron meses de arduo trabajo y sacrificio, pero finalmente Marina logró ahorrar lo suficiente para comprar el terreno junto con su mamá. Estaban emocionadas y llenas de alegría. Ahora venía la parte más difícil: construir la casa. Marina y su mamá investigaron sobre arquitectura y diseño de casas.

Planearon cada detalle, desde el tamaño de las habitaciones hasta el color de las paredes. Marina se acercó a algunos vecinos que sabían construir para pedirles ayuda. Les explicó su sueño y les pidió consejos.

Afortunadamente, encontró a un buen hombre llamado Don Pedro, quien se ofreció a ayudarlas en la construcción. Los días pasaron rápidamente mientras trabajaban duro para levantar los cimientos de la casa.

Marina aprendió cómo manejar herramientas y cómo mezclar cemento, siempre con mucho cuidado y supervisión de Don Pedro. Poco a poco, la casa comenzó a tomar forma. Las paredes se alzaron, los techos se colocaron y las ventanas fueron instaladas.

Cada día Marina estaba más cerca de tener su hogar soñado. Finalmente, llegó el día en que Marina y su mamá pudieron mudarse a su nueva casa. Era hermosa por dentro y por fuera, llena de amor y esfuerzo. Marina miraba emocionada cada rincón de su nuevo hogar.

Se sentía orgullosa del trabajo que habían realizado juntas para hacer realidad sus sueños.

Desde ese día, Marina entendió que si uno tiene un sueño, no importa lo grande o difícil que parezca alcanzarlo; con perseverancia, esfuerzo y apoyo de quienes nos rodean podemos lograrlo. Y así fue como Marina compró un terreno para construir su propia casa con mucho esfuerzo y dedicación.

Y aunque hubo momentos difíciles, siempre supo que valdría la pena porque ahora tenía un hogar al que podía llamar suyo.

FIN.

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