El Sueño de Mario
En un pequeño barrio de Buenos Aires, vivía un niño llamado Mario. Desde muy chiquito, era fanático del mundo de Mario Bros, pasaba horas jugando en su consola y soñando que algún día podría conocer al famoso fontanero y a su hermano Luigi. Cada noche, antes de dormir, miraba al techo y se preguntaba: "¿Qué haría si me encuentro con ellos?"
Un día, mientras Mario exploraba el parque cerca de su casa, encontró una extraña caja. La caja tenía dibujos de champiñones, estrellas y tortugas. Estaba muy emocionado.
"¿Qué será esto?", se preguntó en voz alta.
Mientras lo examinaba, escuchó una voz suave.
"Hola, Mario."
Mario se dio vuelta y vio un pequeño duende con gorra roja.
"Soy Toad, y he venido a traerte una invitación muy especial. ¡Estás a punto de embarcarte en una gran aventura!"
Los ojos de Mario brillaron de felicidad.
"¿De verdad? ¿Voy a conocer a Mario y Luigi?"
"Sí, pero para eso tendrás que superar varios desafíos", dijo Toad.
Sin pensarlo dos veces, Mario aceptó la oferta y de la caja salió un pequeño portal. Toad le hizo señas y juntos saltaron al interior del portal.
Pronto se encontraron en un colorido mundo lleno de plataformas y enemigos conocidos. Mario se sintió como un personaje en uno de los videojuegos que tanto adoraba.
"Primero, tienes que ayudarme a recoger monedas para abrir el camino hacia el castillo donde se encuentran Mario y Luigi", explicó Toad.
Así que comenzaron a saltar y correr, recolectando monedas y evitando a las tortugas. Sin embargo, mientras jugaban, un grupo de Goombas apareció y comenzaron a perseguirlos.
"¡Rápido, Mario!" gritó Toad.
Con su valentía, Mario esquivó y se tiró al suelo, mientras las criaturas pasaban corriendo.
"¡Lo lograste! Pero ahora, necesitamos hacer un plan para llegar al castillo.
Debemos encontrar la llave que la princesa Peach ha escondido. ¡Ella también te quiere conocer!"
Mario se sintió lleno de energía.
"¡Vamos, Toad! ¡No nos deteneremos hasta encontrar esa llave!"
Después de un par de saltos y muchas risas, llegaron a un laberinto.
"La llave está en el centro, pero el laberinto está lleno de trampas", dijo Toad, ahora un poco nervioso.
"No me importa, juntos podemos hacerlo", afirmó Mario, lleno de determinación.
Mientras avanzaban, se dieron cuenta de que cada trampa representaba un reto o un acertijo que debían resolver.
"¿Qué es lo que nunca se detiene y siempre avanza?" preguntó un Toad guardián.
Mario sonrió al darse cuenta de la respuesta.
"¡El tiempo!"
El guardián, impresionado, les permitió pasar. Después de varias pruebas y acertijos, finalmente llegaron al centro y encontraron la llave brillante.
"¡Lo hicimos, Toad! Ahora podemos ver a Mario y Luigi", gritó Mario emocionado.
Salieron del laberinto y caminaron hasta el castillo. Toad tocó la puerta con la llave y de inmediato se abrió.
"¡Hola, Mario! ¡Bienvenido a nuestro reino!" exclamó Mario, y de la sombra apareció el famoso fontanero. Luigi también salió y sonrió.
"¡Te hemos estado esperando!"
Mario no podía contener su felicidad y abrazó a sus héroes.
"Gracias por ayudarme, Toad. No hubiera llegado sin vos", dijo Mario.
"Recuerda, la verdadera aventura comienza cuando tienes coraje y amigos que te apoyan", añadió Toad.
Desde ese día, Mario no solo fue un fanático, sino que también se convirtió en un valiente aventurero con sus amigos. Aprendió que no se necesita ser un personaje de videojuego para vivir grandes aventuras en la vida real, sólo hace falta creer en uno mismo y ayudar a los demás.
Y así, en su mundo, Mario siguió soñando con nuevos desafíos, sin olvidar que lo más importante de la vida son las amistades y el valor para enfrentar lo desconocido.
FIN.