El sueño de Martha
Era una vez en un pequeño pueblo, una niña llamada Martha, que tenía un sueño muy especial. Desde que era chiquita, soñaba con ser una gran bailarina. Le encantaba moverse al ritmo de la música, y tenía una imaginación desbordante que la llevaba a bailar en su mente por los escenarios más grandiosos. Cada vez que escuchaba música, sus pies comenzaban a dar brincos y su corazón latía con fuerza.
Un día, mientras Martha practicaba sus pasos en el patio de su casa, su abuela la vio y le dijo: "Mirá, Marthita, tenés talento. Si realmente querés ser bailarina, tenés que practicar y esforzarte."
Animada por las palabras de su abuela, Martha decidió asistir a la escuela de danzas del pueblo. Cuando llegó, se sintió un poco nerviosa al ver a otros niños que ya tenían más experiencia, haciendo piruetas y giros espectaculares. Pero con determinación, se inscribió en la clase.
El primer día fue duro. Como era novata, a menudo se caía y no lograba seguir el ritmo. "No puedo hacerlo, es muy difícil", se dijo a sí misma. Pero su profesora, la señora Elena, se acercó y le sonrió. "Cada gran bailarín ha pasado por esto. Fallar es parte del proceso. No te desanimes."
Motivada por el apoyo de la señora Elena, Martha comenzó a practicar todos los días. Se levantaba temprano por la mañana y ensayaba en su habitación, moviéndose al compás de su música favorita. Pero no todo fue color de rosa. En el camino, Martha se encontró con varios obstáculos. Algunos de sus compañeros se burlaban de ella. "¿Por qué no te dedicas a otra cosa?" - le dijeron en una ocasión.
Aunque las críticas lastimaban el corazón de Martha, decidió que no dejaría que eso la detuviera. En cambio, se concentró más en sus ensayos. Con el tiempo, comenzó a mejorar y notar la evolución en sus pasos. Un día, la señora Elena anunció que habría una gran presentación al final del semestre. "Vamos a organizar un show, y cada uno de ustedes podrá mostrar lo que han aprendido. ¿Quién está listo para brillar?"
Martha sintió un cosquilleo en su pancita. "Yo quiero... quiero bailar en el show!" - exclamó, entusiasmada. Pero cuando se imaginó en el escenario, una sombra de duda la invadió. "¿Y si me caigo? ¿Y si me olvidó los pasos?"
Con el show acercándose, las inseguridades de Martha comenzaron a crecer. Cada día se sentía un poco más abrumada. Una mañana, mientras practicaba, se sintió tan frustrada que terminó tirándose en el suelo. "No quiero bailar más", se quejó, limpiándose las lágrimas de los ojos.
Sin embargo, su amiga Sofía, que siempre la había apoyado, se sentó a su lado y le dijo: "Martha, todos cometemos errores. Pero lo que importa es levantarse cada vez. Pensemos en el por qué empezaste a bailar en primer lugar."
La reflexión de Sofía ayudó a Martha a recordar su pasión. Empacó sus miedos y decidió entrenar más duro que nunca. El día del espectáculo llegó, y Martha estaba en el backstage, temblando de nervios. "Sólo respira, y diviértete, como lo hiciste desde el principio", se decía a sí misma.
Cuando le llegó el turno, subió al escenario con una mezcla de emoción y miedo. En ese instante, cuando encendieron las luces y la música comenzó a sonar, todo cambió. En vez de preocuparse por si se caía o no, se dejó llevar por la melodía y eso hizo que los nervios desaparecieran. Martha bailó con todo su corazón, con la alegría brillando en su rostro.
Al finalizar la presentación, el auditorio estalló en aplausos. "¡Bravo, Martha!" - gritó la señora Elena. La niña sonrió, sintiéndose como una verdadera bailarina. En ese momento, comprendió que su sueño no solo era bailar en un escenario, sino también disfrutar cada paso del camino.
Después del show, se acercaron a ella muchas personas para felicitarla por su actuación. "Eras increíble, Martha, ¡te vi brillar!" - le dijo un niño. "Gracias a todos, esto fue solo el comienzo," respondió, con confianza.
A partir de ese momento, Martha jamás se rindió. Seguiría bailando, aprendiendo y soñando. Porque en el fondo, había comprendido que los sueños son valiosos, y con esfuerzo y amor, se pueden hacer realidad. Y así, el sueño de Martha comenzó a hacerse tangible, mientras sus pies seguían moviéndose alegremente al ritmo de la música.
Y así termina la historia de Martha, pero su aventura como bailarina recién comienza.
Fin.
FIN.