El sueño de Martín
Había una vez un niño llamado Martín, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas.
A Martín le encantaba jugar al fútbol y soñaba con ser parte del equipo local, pero había un problema: todos pensaban que el fútbol era solo para niños fuertes y altos. Martín no era muy alto ni muy fuerte, pero eso no le importaba. Él sabía que tenía habilidades especiales y estaba dispuesto a demostrarlo.
Un día decidió hablar con el entrenador del equipo para pedirle una oportunidad. El entrenador, llamado Don Ramón, era un hombre serio y estricto.
Cuando Martín se acercó a él, lo miró de arriba abajo y dijo: "Lo siento, hijo, pero este deporte no es para chicos como tú". Martín se sintió desanimado por las palabras del entrenador, pero su determinación no se apagó. Decidió buscar ayuda en su abuelo Eduardo, quien solía contarle historias inspiradoras.
Abuelo Eduardo escuchó atentamente a Martín y sonrió. "Mi querido nieto", dijo con voz tranquila. "No permitas que los prejuicios te detengan. Si realmente quieres jugar al fútbol, debes luchar por ello".
Con estas palabras resonando en su mente, Martín decidió seguir adelante con su sueño. Buscó información sobre otros jugadores famosos que también eran bajitos o delgados y descubrió que algunos de ellos habían sido grandes estrellas en el pasado.
Lleno de confianza renovada, Martín comenzó a practicar aún más duro todos los días. Corría por el pueblo, pateaba la pelota contra las paredes y practicaba sus habilidades de driblar en el parque. Un día, mientras entrenaba en el parque, Martín vio a un grupo de niños jugando al fútbol.
Sin pensarlo dos veces, se les acercó y les preguntó si podía unirse a ellos. Los niños se miraron entre sí sorprendidos. Uno de ellos dijo: "¿Estás seguro? No eres muy alto ni fuerte".
Martín sonrió y respondió: "Sé que no soy como los demás, pero tengo habilidades especiales que puedo compartir con ustedes". Después de pensarlo un poco, los niños aceptaron dejarlo jugar con ellos. Al principio, algunos se burlaban de Martín y trataban de desanimarlo.
Pero él no dejó que eso lo afectara. Siguió mostrando su talento en cada partido y demostró que ser pequeño no significaba ser menos capaz.
Poco a poco, Martín ganó el respeto de sus compañeros de equipo y del entrenador Don Ramón también. El entrenador quedó impresionado por su determinación y le dio una oportunidad para jugar en el equipo local. El día del primer partido oficial llegó finalmente.
El estadio estaba lleno de gente emocionada por ver cómo este "pequeño gigante" se enfrentaría a equipos más grandes y fuertes. El partido fue intenso desde el principio hasta el final. Martín demostró su valía con excelentes jugadas, asistencias precisas e incluso anotando algunos goles sorprendentes.
Al final del partido, Martín levantó la copa junto con sus compañeros de equipo. La multitud estalló en aplausos y ovaciones, reconociendo la valentía y el talento de este pequeño jugador.
Martín había demostrado que los prejuicios deportivos no tienen lugar en un verdadero espíritu deportivo. Su historia inspiró a muchos niños del pueblo a seguir sus sueños sin importar lo que otros pensaran.
Y así, Martín se convirtió en una leyenda del fútbol en su pequeño pueblo y más allá. Su historia enseñó a todos que el tamaño no importa cuando tienes pasión, determinación y habilidad para superar cualquier obstáculo. Y colorín colorado, esta historia de superación ha terminado.
FIN.