El Sueño de Martín Valeriana
Érase una vez en un colorido pueblito llamado Valle Verde, un niño llamado Martín Valeriana. Martín era un chico lleno de energía y amor por su tierra. Cada mañana, se despertaba con el canto de los pájaros y el olor a tierra húmeda después de la lluvia. Valle Verde era conocido por sus hermosos árboles, ríos cristalinos y, sobre todo, por sus valiosos recursos naturales que alimentaban a todos los habitantes.
Un día, mientras jugaba con sus amigos en el parque, Martín escuchó a los adultos del pueblo hablar sobre un problema muy grave. "¡No puede ser! Están vendiendo nuestro agua a otros países!"- decía Doña Rosa, la abuela del pueblo. "La corrupción se ha metido en nuestras tierras y no podemos permitirlo!"- afirmaba Don Juan, el sabio del pueblo.
Martín, curioso, se acercó. "¿Qué es corrupción?"- preguntó.
"Es cuando las personas que deben cuidar lo nuestro, se quedan con lo que nos pertenece para su propio beneficio. Están vendiendo nuestros recursos y a nosotros nos dejan sin nada"- explicó Doña Rosa con tristeza.
Martín sintió un ardor en su corazón. "¡Eso no está bien!"- exclamó. "Debemos hacer algo ya!"- propuso con determinación. Sus amigos, Pedro y Ana, lo miraron entusiasmados. "¡Sí! Podemos hacer una gran marcha!"- sugirió Ana.
Con la ayuda de todos en Valle Verde, Martín y sus amigos organizaron una reunión. Todos colaboraron, pintaron carteles y prepararon banderas. El día de la marcha, el pueblo entero se unió. Caminaban por las calles, gritando "¡Queremos un futuro limpio y justo!"- y "¡Valle Verde no se vende!"-.
Los adultos estaban sorprendidos de ver la valentía de los niños. "¡Nos han inspirado!"- dijo Don Juan mientras se unía a ellos. Por primera vez en mucho tiempo, los habitantes del pueblo sentían que podían hacer algo juntos.
Pero, de repente, apareció un grupo de hombres con trajes grises y serios. "¿Qué están haciendo, niños?"- preguntó uno de ellos.
Martín, sin miedo, se adelanta y dijo "Estamos luchando por nuestra tierra y nuestros recursos. ¡No podemos dejar que nos roben!"-.
Los hombres se miraron entre sí, sorprendidos por la valentía del niño. "Ustedes son solo unos niños. Lo que hacen no tiene sentido"- dijo uno de ellos con desdén. Pero para ese entonces, los adultos se habían unido al llamado de Martín.
"¡Eso es incorrecto!"- gritó Doña Rosa. "Si ellos pueden luchar, nosotros también. ¡Es hora de actuar en unidad!"-
La multitud creció, y el eco de sus voces llegó a lugares lejanos. Los hombres de traje comenzaron a retroceder, asustados, mientras la comunidad seguía marchando.
Con el tiempo, Valle Verde se convirtió en un símbolo de esperanza. Los gobiernos comenzaron a prestar atención. Finalmente, se organizaron elecciones generales para elegir a un nuevo presidente, alguien que verdaderamente se preocupara por el bienestar del pueblo. La gente estaba ansiosa, pero también llena de esperanza. Y cuando el nuevo presidente fue elegido, su nombre resonó en cada rincón de Valle Verde: ¡Martín Valeriana!
Como presidente, Martín no solo cuidó de los recursos naturales de Valle Verde, también enseñó a los niños y a los adultos sobre la importancia de cuidar el medio ambiente y de mantenerse unidos. Ellos aprendieron que la fuerza de un pueblo radica en su unidad y su deseo de un mundo mejor.
Con el tiempo, Valle Verde floreció como nunca antes, y Martín, con su corazón generoso y su espíritu incansable, siguió trabajando por su pueblo. Todos recordaron que levantar la voz en unidad podía cambiar el rumbo de la historia.
Y así, Martín Valeriana se convirtió en un héroe del pueblo, mostrando que los sueños, cuando se persiguen con amor y esfuerzo, pueden transformarse en hermosas realidades.
Como dice la abuela Rosa: "El cambio comienza en cada uno de nosotros, no importa la edad que tengamos. ¡Sigamos cuidando nuestra Tierra!"-.
FIN.