El sueño de Mateo


Mateo siempre había sido un apasionado del fútbol desde que era muy pequeño. Pasaba horas y horas jugando en el parque con sus amigos, practicando tiros al arco e imitando a sus ídolos de la selección argentina.

Un día, mientras veía un partido de fútbol por televisión junto a su abuelo, Mateo le confesó su gran sueño: ser futbolista profesional y jugar para la selección argentina.

Su abuelo lo miró con ternura y le dijo:"Mateo, si realmente quieres cumplir tu sueño, tienes que trabajar duro todos los días. No basta con quererlo mucho, tienes que entrenar y esforzarte al máximo". A partir de ese momento, Mateo se dedicó por completo a su pasión por el fútbol.

Todos los días iba al parque a practicar con sus amigos y también comenzó a entrenar en una escuela de fútbol cercana a su casa. Pero no todo fue fácil para Mateo.

En una ocasión durante un partido importante, falló un gol clave para ganar el partido y se sintió muy decepcionado consigo mismo. Pensó en abandonar su sueño ya que creyó que no era lo suficientemente bueno.

Sin embargo, su familia y amigos lo animaron a seguir adelante y nunca darse por vencido.

Así que Mateo continuó trabajando duro en cada entrenamiento hasta que finalmente llegó la oportunidad que tanto había esperado: una prueba para ingresar en las inferiores de uno de los clubes más importantes del país. La prueba fue difícil pero Mateo dio lo mejor de sí mismo y logró impresionar al cuerpo técnico.

Fue seleccionado para formar parte de la categoría sub-13 del club y comenzó a entrenar con los mejores jugadores juveniles del país. A partir de ese momento, todo fue un ascenso meteórico para Mateo.

Su talento y esfuerzo lo llevaron a jugar en las inferiores de la selección argentina y finalmente, después de muchos años de trabajo duro, logró cumplir su gran sueño: ser convocado para jugar en la selección mayor. Mateo se convirtió en uno de los mejores futbolistas argentinos y su nombre quedó grabado en la historia del fútbol nacional.

Pero nunca olvidó que todo lo había conseguido gracias al esfuerzo diario y el apoyo incondicional de su familia y amigos. Desde entonces, Mateo se convirtió en un ejemplo para todos los niños que sueñan con convertirse en futbolistas profesionales.

Les enseñaba que nada es imposible si trabajan duro todos los días, creen en sí mismos y nunca se dan por vencidos ante las adversidades.

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