El sueño de Mateo


Había una vez un niño llamado Mateo que tenía una imaginación tan grande como el universo. Todas las noches, antes de dormir, se sentaba en su cuarto a soñar despierto y dejar volar su mente.

Una noche, mientras Mateo estaba profundamente dormido, comenzó a tener un sueño muy especial. Soñó que estaba en un bosque mágico lleno de árboles gigantes y flores brillantes.

En ese lugar maravilloso, los animales hablaban y las plantas bailaban al sonido del viento. En medio de aquel sueño encantador, Mateo se encontró con un búho sabio llamado Oliver. Oliver tenía la capacidad de interpretar los sueños y ayudaba a los niños a descubrir sus talentos ocultos.

"¡Hola Mateo! Veo que tienes muchos sueños por cumplir", dijo Oliver con su voz grave y serena. Mateo se sorprendió al escuchar hablar al búho y respondió emocionado: "¡Sí! Quiero ser astronauta para explorar el espacio y descubrir nuevos planetas".

Oliver sonrió y le explicó: "Los sueños son como estrellas en el cielo; solo necesitas alcanzarlos para hacerlos realidad". Mateo siguió caminando por el bosque junto a Oliver, mientras continuaba hablando dormido sobre sus sueños.

De repente, se encontraron con una ardilla llamada Manuela que quería aprender a volar. "¡Hola chicos! ¿Me pueden ayudar? Sueño con poder volar entre las ramas de los árboles", dijo Manuela saltando emocionada. Oliver miró a Manuela con ternura y le dijo: "Tú tienes alas en tu corazón.

Solo necesitas creer en ti misma y practicar cada día para alcanzar las alturas". Mateo, Oliver y Manuela siguieron su camino por el bosque hasta llegar a un lago cristalino donde se encontraba una tortuga llamada Tomás.

"¡Hola amigos! Sueño con ser rápido como un rayo para poder competir en carreras", dijo Tomás moviendo sus patas con ansias. Oliver asintió con sabiduría y le explicó a Tomás: "La velocidad está en tus pensamientos.

Si te enfocas en entrenar duro y nunca te rindes, lograrás correr más rápido de lo que jamás imaginaste". El sueño de Mateo continuó mientras hablaba dormido sobre los sueños de sus nuevos amigos.

En ese momento, llegaron al final del bosque mágico, donde se encontraba una jirafa llamada Gabriela. "¡Hola chicos! Mi sueño es poder tocar las nubes y ver el mundo desde arriba", dijo Gabriela extendiendo su cuello hacia el cielo.

Oliver sonrió nuevamente y le respondió: "La altura no tiene límites cuando sigues tus pasiones. Con perseverancia y valentía, podrás alcanzar cualquier meta que te propongas". Despertando de su sueño profundo, Mateo abrió los ojos sintiéndose inspirado por todas las enseñanzas recibidas durante la noche.

Sabía que debía trabajar duro para cumplir sus sueños, así como ayudar a sus amigos a lograr los suyos. Desde aquel día, Mateo se convirtió en un niño lleno de determinación y alegría.

Cada noche antes de dormir, seguía soñando despierto y hablando dormido sobre sus sueños más maravillosos. Y así, Mateo descubrió que los sueños eran la clave para alcanzar lo imposible.

Con perseverancia, confianza en sí mismo y un poco de magia en su corazón, logró convertirse en astronauta y explorar el espacio como siempre había deseado. Además, ayudó a Manuela a volar entre las ramas de los árboles, enseñó a Tomás a correr tan rápido como el viento y acompañó a Gabriela mientras tocaba las nubes con su cuello largo.

Y así fue como Mateo aprendió que los sueños pueden hacerse realidad si crees en ti mismo y trabajas arduamente para alcanzarlos.

Porque los sueños son la semilla que germina la esperanza en nuestros corazones y nos impulsa a ser todo lo que podemos ser.

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