El sueño de Mateo y su padre


Había una vez en un pequeño pueblo de la provincia, un niño llamado Mateo que soñaba con ser astronauta y viajar a la Luna.

Desde muy chico, se maravillaba con las estrellas y los planetas, pasaba horas mirando documentales sobre el espacio y la NASA. "¡Papá, algún día voy a llegar a la Luna!", decía emocionado Mateo mientras señalaba al cielo estrellado por las noches.

Pero su papá, Don Pedro, un hombre de campo arraigado en las tradiciones familiares de ser granjero, siempre le respondía con cariño pero firmeza:"Hijo, en esta familia somos granjeros. La vida en el campo es dura pero gratificante. Olvídate de esos sueños imposibles.

"A pesar de las palabras de su padre, Mateo nunca dejó de lado su sueño. Estudiaba mucho en la escuela para aprender sobre astronomía y se pasaba horas investigando todo lo relacionado con el espacio.

Un día, cuando Mateo cumplió 18 años, tomó coraje y decidió hablar seriamente con su padre. "Papá, entiendo que quieras que sigamos siendo granjeros como toda nuestra familia. Pero mi corazón me dice que mi lugar está más allá de la atmósfera terrestre. Quiero ser astronauta.

"Don Pedro se sintió decepcionado y molesto al principio. No entendía cómo su hijo podía querer algo tan distinto a lo que él había planeado para él. Hubo discusiones y momentos difíciles en la familia durante días.

Mateo estaba triste por ver a su padre así pero sabía que debía seguir adelante persiguiendo sus sueños. Una noche clara y estrellada, mientras padre e hijo estaban afuera contemplando el firmamento silenciosamente, Don Pedro rompió el hielo:"Hijo mío...

quizás he sido egoísta al intentar forzarte a seguir mis pasos sin considerar tus propios deseos y talentos. Si realmente quieres ser astronauta e ir a la Luna... te apoyaré.

"Mateo no pudo contener las lágrimas de felicidad al escuchar esas palabras tan esperadas. Con el apoyo incondicional de su padre y su determinación inquebrantable, Mateo comenzó a prepararse arduamente para alcanzar su objetivo. Se esforzó al máximo en sus estudios científicos y físicos hasta que finalmente logró ingresar a la NASA.

Los años pasaron volando entre entrenamientos intensivos y misiones espaciales hasta que llegó el día tan ansiado: ¡Mateo iba a viajar rumbo a la Luna! Y así fue como aquel niño del pueblo chico cumplió su gran sueño gracias al amor incondicional de su padre quien comprendió que cada persona tiene derecho a elegir su propio camino en la vida.

Desde entonces, cada vez que alguien miraba hacia el cielo nocturno veían brillar una estrella más entre tantas otras; era Mateo guiándolos desde lo alto del universo recordándoles que los sueños pueden hacerse realidad si uno cree en ellos con fuerza suficiente.

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