El Sueño de Mayli



Era un día soleado en el pequeño pueblo de San Miguel, donde vivía Mayli, una nena de diez años con grandes sueños y una sonrisa que iluminaba todo a su alrededor. Desde pequeña, había soñado con ser policía y ayudar a la gente. Un día, mientras tomaban la merienda en la cocina, se armó de valor y decidió hablar con sus padres.

"Papá, mamá, tengo algo muy importante que contarles", dijo Mayli emocionada, mientras jugueteaba con su taza de leche.

"¿Qué pasa, cielo?", preguntó su mamá, preocupada por la expresión de su hija.

"Quiero ser policía cuando sea grande. Tengo que prepararme para poder postularme y ayudar a la gente", confesó.

Su papá se miró con su mamá, y luego sonrió, "Eso suena increíble, Mayli. La policía hace un gran trabajo protegiendo nuestra comunidad".

"¿De verdad me apoyan?", preguntó, casi sin poder creerlo.

"Por supuesto. Te ayudaremos en todo lo que necesites. Tus hermanos también quieren apoyarte", añadió su mamá, que ya comenzaba a pensar en cómo podrían ayudarla.

Esa noche, la familia se reunió para planear. Los hermanos de Mayli, Juan y Sofía, tenían unas ideas alocadas pero útiles.

"Podemos hacer un cartel en la puerta de casa que diga ‘¡Policía en entrenamiento! ’", sugirió Juan, riendo.

"Y yo puedo ir contigo a correr todas las mañanas para que te pongas en forma", agregó Sofía entusiasmada.

Mayli estaba feliz de tener el apoyo de su familia. Comenzaron a hacer ejercicios, corrían por el parque, y Mayli también estudió las normas de convivencia y cómo ayudar a las personas. Pero había un gran desafío por delante: había un examen en la escuela que todos los años se realizaba sobre seguridad y responsabilidad. Quien lo ganara, recibiría una medalla de reconocimiento de la policía local.

"Debo ganar esa medalla para demostrar que puedo ser policía", dijo Mayli.

Con mucha dedicación, Mayli comenzó a estudiar y a practicar. Sus hermanos la ayudaban con las preguntas difíciles y su mamá le preparaba las merienditas que más le gustaban. Sin embargo, a medida que se acercaba la fecha del examen, Mayli empezó a sentirse insegura.

"No creo que lo logre", dijo con un susurro, mirando al suelo un día después de haber fallado en una prueba de práctica.

"No te preocupes, Mayli, todos fallamos a veces. La clave está en no rendirse", la alentó Sofía.

Esto hizo que Mayli se llenara de determinación. Decidió que iba a esforzarse más que nunca. La mañana del examen, llegó muy temprano al colegio.

"Estoy lista", dijo para sí misma, intentando calmar los nervios.

Cuando entregaron las preguntas, Mayli sonrió. Siguió cada punto con cuidado. Pasaron unos días y, al fin, llegó el momento de los resultados. Mayli esperaba con ansiedad en el aula.

"Nadie puede saber que estoy nerviosa", pensó mientras su corazón latía con fuerza.

Finalmente, la maestra entró y dijo:

"Los ganadores del examen de este año son... ¡Mayli!".

Todos aplaudieron y gritaron, mientras Mayli no podía creerlo. Salió corriendo y abrazó a su familia.

"¡Lo logré, lo logré! ¡Tengo la medalla!", shouted ella, llena de euforia.

Sus padres, sonriendo, escucharon cómo Mayli prometió que continuaría estudiando y esforzándose para cumplir su sueño. Con el paso de los años, Mayli se dedicó a su preparación y, con el apoyo incondicional de su familia, finalmente cumplió su sueño de convertirse en policía.

Ahora, con su medalla y su uniforme, Mayli no solo protege a su comunidad, también inspira a otros niños a seguir sus pasiones, demostrando que con esfuerzo, dedicación y apoyo, los sueños pueden hacerse realidad.

FIN.

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