El sueño de Merlina



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Merlina.

Ella vivía en una hermosa granja con sus abuelos, quienes se encargaban de cuidarla y enseñarle todo lo que necesitaba saber sobre la vida en el campo. Merlina era muy curiosa y siempre estaba dispuesta a ayudar en las tareas de la casa y la granja.

Desde muy temprano por la mañana, se levantaba para ordeñar las vacas, alimentar a los animales y regar las plantas del huerto. Aunque disfrutaba mucho de su vida en el campo, siempre había algo que le faltaba: asistir a la escuela.

La granja donde vivían Merlina y sus abuelos estaba ubicada lejos del pueblo más cercano, lo cual hacía difícil para ella poder ir a la escuela todos los días. Pero un día, mientras paseaban por el mercado del pueblo, vieron un cartel que decía: "¡Escuela itinerante! ¡Todos los niños son bienvenidos!". Merlina no podía creerlo.

Finalmente tendría la oportunidad de asistir a la escuela y aprender junto a otros niños. Corrió emocionada hacia sus abuelos para contarles sobre esta maravillosa noticia. "¡Abuelitos! ¡Miren esto!", exclamó Merlina mostrándoles el cartel.

"Oh querida Merlina, eso es fantástico", dijo su abuela con una sonrisa. "Es hora de que empieces tu aventura escolar", añadió su abuelo orgulloso. El primer día de clases llegó rápidamente y Merlina se preparó con entusiasmo.

Se puso su uniforme escolar, tomó su mochila y se despidió de sus abuelos antes de subir al autobús que la llevaría a la escuela itinerante. Al llegar, Merlina quedó maravillada.

Había niños de todas las edades, maestros amables y un ambiente lleno de energía y aprendizaje. La escuela estaba ubicada en un hermoso campo rodeado de montañas y árboles. Las clases comenzaron y Merlina se sumergió en el mundo del conocimiento.

Aprendió matemáticas jugando con frutas, ciencias explorando el entorno natural y literatura leyendo cuentos bajo la sombra de un árbol. Pero lo más importante para Merlina fue descubrir que no solo estaba aprendiendo cosas nuevas, sino también haciendo amigos increíbles.

Con ellos compartía risas, juegos e historias durante los recreos. Un día, mientras estaban en clase de arte, el maestro les propuso hacer una exposición para mostrar sus talentos a toda la comunidad del pueblo.

Cada niño tendría que presentar algo especial que hubieran creado con sus propias manos. Merlina decidió pintar un cuadro inspirado en su vida en la granja. Dibujó los animales, las plantas y hasta a sus abuelos cuidándola amorosamente. Trabajó arduamente durante días para lograr una obra maravillosa.

Llegó el día de la exposición y todos los niños mostraron orgullosamente sus creaciones ante una multitud emocionada. Cuando llegó el turno de Merlina, todos quedaron impactados por su cuadro.

Los colores vivos y la pasión con la que lo había pintado se reflejaban en cada pincelada. Al finalizar la exposición, el maestro anunció que el cuadro de Merlina había sido seleccionado como el mejor de todos.

La niña sintió una alegría indescriptible al escuchar esto y sus abuelos no podían estar más orgullosos. "¡Merlina, eres una artista increíble!", exclamó su abuela emocionada. "Estamos tan felices de que hayas tenido esta oportunidad en la escuela, querida", añadió su abuelo con lágrimas en los ojos.

Desde ese día, Merlina continuó asistiendo a la escuela itinerante y aprendiendo cada vez más sobre el mundo que la rodeaba. Pero nunca olvidaría sus raíces en la granja ni el amor y apoyo incondicional de sus abuelos.

Así termina nuestra historia, recordándonos que todos tenemos talentos especiales para compartir con el mundo. Y aunque nuestros caminos puedan ser diferentes, siempre podemos aprender y crecer juntos.

FIN.

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