El Sueño de Messi
Había una vez un niño llamado Messi que vivía en un pequeño pueblo de Argentina. Desde muy chiquito, Messi tenía un gran amor por el fútbol. Siempre llevaba una pelota de trapo bajo el brazo y no había día en que no soñara con hacer un gol en un gran estadio.
Un día, mientras jugaba en la plaza con sus amigos, Messi hizo una jugada impresionante y anotó un gol.
"¡Eso fue increíble, Messi!" dijo su amigo Lucas.
"Tenés que presentar aqueste talento a nuestro equipo de fútbol" agregó Ana, su mejor amiga.
"Sí, pero hay un problema..." respondió Messi con voz bajita. "Nadie cree que yo pueda jugar en un equipo grande, soy muy bajito."
Los amigos pensaron un momento y Lucas dijo:
"¡Pero si el tamaño no importa! Lo que cuenta es el corazón y las ganas de jugar. Veamos cómo puedes entrenar más y mejorar cada día."
Decidido, Messi comenzó a entrenar con más intensidad. Todos los días después de la escuela, se quedaba en la plaza driblando, tirando penales, y aprendiendo nuevos trucos. Pero mientras brillaba su dedicación, también sentía un poco de presión.
Un sábado, el equipo del pueblo organizó un torneo. Messi estaba emocionado, pero también nervioso.
"¿Creés que debería participar?" le preguntó a Ana.
"¡Claro! ¡Es tu oportunidad de brillar! Lo más importante es disfrutar el juego, no solo ganar."
Así fue como Messi decidió formar parte del torneo. El día llegó y el estadio estaba lleno de gente. Con el corazón latiendo fuerte, Messi miró a su alrededor y se sintió pequeño entre todos esos jugadores grandes. Pero recordó las palabras de sus amigos y se llenó de valor.
Durante el partido, Messi demostró sus habilidades. Sin embargo, en un momento desató una jugada increíble, pero se resbaló y cayó al suelo. La multitud contuvo la respiración.
"¡Vamos, Messi!" gritó Lucas desde la tribuna.
Con determinación, Messi se levantó rápidamente, dribló a sus oponentes como si bailara y, en un alarde de genialidad, lanzó un zurdazo que pasó entre los arqueros y... ¡gol!
La multitud estalló en vítores.
"¡Bien hecho, Messi!" gritó Ana con alegría.
"Lo lograste, hermano!" le dijo Lucas emocionado.
A partir de ese día, Messi se convirtió en la estrella del equipo. No solo por ser talentoso, sino porque siempre tenía una sonrisa y motivaba a todos sus compañeros a dar lo mejor de sí. Se dio cuenta de que ser parte de un equipo era más que hacer goles; se trataba de la amistad, del trabajo en equipo y del amor por el juego.
Con los años, Messi continuó practicando y jugando al fútbol. Aunque enfrentó muchos desafíos, nunca se rindió y siguió persiguiendo su sueño. Y así, cada vez que hacía un gol, recordaba aquel día en que se levantó fiel a sí mismo, demostrando que con esfuerzo y pasión, los sueños se hacen realidad.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.