El sueño de Nicolás



En la pequeña colonia de Arcoiris, donde las flores brillaban como colores en el cielo, vivía un trabajador llamado Nicolás. Nicolás era un hombre amable, siempre dispuesto a ayudar a los demás y a hacer su trabajo con esmero. Era jardinero y le encantaba cuidar de las plantas y las flores que embellecían el pueblo. Sin embargo, había un problema: a Nicolás le gustaría ser un gran artista, pero dudaba de su talento.

Un día, mientras regaba las plantas, escuchó a un grupo de niños riendo y jugando. "¿Qué hacen, chicos?"-, preguntó Nicolás con curiosidad.

"Estamos preparando una obra de teatro para la feria de la colonia"-, respondió Martina, la más pequeña del grupo."Necesitamos un artista que pinte el telón, pero no tenemos a nadie que sepa hacerlo".-

Nicolás sintió un cosquilleo en su pecho, pero la duda lo invadió. "Yo... no sé si yo podría hacer eso"-, murmuró, rascándose la nuca."Soy solo un jardinero"-.

Los niños lo miraron con desilusión. "Pero vos tenés un talento especial con las flores, ¡tal vez tus manos también puedan crear algo increíble en un lienzo!"-, dijo Lucas, un niño con una gran imaginación.

Después de pensarlo bien, Nicolás decidió intentarlo. Le pidió a los niños que le dejaran un tiempo para practicar. Así, cada día después de trabajar, se sentaba en su jardín con un lienzo en blanco y algunos colores que había encontrado en la casa de su abuela.

Aunque al principio sus pinturas no salían como él esperaba, cada día mejoraba. Empezó a pintar flores de colores vibrantes, paisajes acordes a las estaciones... Poco a poco, los niños se fueron acercando a verlo trabajar.

Un día, cuando estaba terminando una obra, Martina se le acercó. "Nicolás, ¿por qué no presentás tus pinturas en la feria?"-

"¿Yo? No sé si la gente querría ver mis obras"-, respondió con timidez.

Pero los niños no se rindieron. "¡Claro que sí! Sus trabajos son hermosos y a todos les encantarán"-, animaron. Así que Nicolás decidió arriesgarse y aceptar la propuesta.

La feria llegó y el ambiente estaba lleno de música, risas y atracciones. Nicolás tenía miedo, pero apenas llegó, lo recibieron con aplausos. Montó su pequeño puesto, donde exhibió sus pinturas. Para su sorpresa, la gente se acercaba. "¡Qué hermosas flores!"-, decía una señora. "Este paisaje me recuerda a mi infancia"-, comentaba un hombre.

Nicolás se sentía más animado a medida que más personas apreciaban su arte. Pero justo cuando estaba disfrutando del momento, un fuerte viento sopló y voló uno de sus lienzos lejos del puesto. "¡Oh no!"- exclamó Nicolás, corriendo tras su obra.

El lienzo aterrizó cerca de un grupo de adultos que estaban revisando un enorme mural que estaban pintando para la comunidad. Al ver el cuadro de Nicolás, uno de ellos comentó: "Esto es realmente hermoso. ¿Por qué no reparas los viejos murales del pueblo?"-

Nicolás se sintió confundido. "¿Yo? No sé si soy el indicado"-, respondió, todavía con una mezcla de inseguridad y emoción.

"Claro que sí. Tus colores reflejan alegría. Tierras en nuestra colonia, ¿te gustaría hacerlo?"- le preguntaron.

Al escuchar esto, Nicolás miró a su alrededor. Las sonrisas de los niños, la manera en que la gente admiraba su trabajo… Eso lo llenó de valor.

"¡Sí! Acepto el desafío"-, gritó con entusiasmo. En ese momento, comprendió que había encontrado no solo su lugar en el mundo, sino también su verdadero talento.

Así fue como Nicolás comenzó un nuevo camino en su vida. Con la ayuda de los niños y la comunidad, renovaron los murales de Arcoiris, llenándolos de color y vida. Vio como su arte podía conectar a la gente y enriquecer su hogar, y cada día se sentía más feliz.

Nicolás aprendió que ser un trabajador en la colonia no solo significaba cuidar las plantas, sino también cultivar sueños. "Gracias chicos, por ayudarme a descubrir mi verdadero yo"- les dijo en una reunión comunitaria, y todos los niños aplaudieron.

Desde entonces, Nicolás no solo era conocido como el jardinero, sino como el artista del pueblo. La comunidad siempre le recordará porque, a veces, lo que importa no es lo que hacemos, sino cómo descubrimos nuestras pasiones y lo que somos capaces de compartir con los demás.

FIN.

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