El Sueño de Nicolás



Nicolás era un niño lleno de alegría. No había día en que no saliera corriendo al patio de su casa para jugar con su pelota de fútbol. Su equipo favorito era Colo Colo, y cada vez que lo escuchaba cantar, su corazón se llenaba de emoción. Nicolás soñaba con ser parte de alguna aventura emocionante, y ese día, la vida le tenía una gran sorpresa preparada.

Una tarde, mientras jugaba en el parque, conoció a Claudia Villa, una niña que compartía su pasión por el fútbol. Desde ese momento, se hicieron amigos inseparables. Juntos, pasaban horas charlando sobre sus sueños y deseando que algún día su equipo ganará la copa del mundo.

Un día, mientras caminaban por el parque, Nicolás le dijo a Claudia:

"¡Che, Claudia! Me parece que deberíamos jugar a ser futbolistas famosos. ¡Imaginate ganando la copa! ¡Seríamos los mejores!".

Claudia sonrió.

"Sí, ¡seríamos imbatibles! Pero también quiero hacer algo especial, como tener una gran fiesta de casamiento cuando seamos grandes."

Nicolás se rió a carcajadas.

"¡Pero ya estamos grandes! ¿Te casarías conmigo?"

Claudia, con un brillo en los ojos, respondió:

"¡Claro! ¡Sería un sueño!".

Con el tiempo, su amistad se hizo más fuerte y, un día, decidieron que podían empezar a planear su boda de ensueño. Magdalena, la madre de Nicolás, siempre estaba apoyándolos. Era su mayor fan y no dudó en decirles que sería la madrina de la boda.

"¡Qué hermosa pareja! Estoy tan orgullosa de ustedes dos, la fiesta será increíble", les decía con entusiasmo.

Pero no todo era color de rosa. En la escuela, estaba Fernanda, una niña que tenía celos del vínculo especial entre Nicolás y Claudia. A Fernanda no le gustaba que los demás estuvieran tan felices, así que, en lugar de unirse a ellos, intentaba hacerles la vida más difícil.

"Nicolás, ¿por qué no te das cuenta de que Claudia no quiere ser tu pareja?"

decía con una sonrisa sarcástica. Nicolás, aunque divertido por las palabras de Fernanda, no le prestaba atención porque sabía que su felicidad con Claudia era genuina.

Un día, mientras organizaban su boda en el parque, Fernanda decidió actuar y comenzó a hacer rumores maliciosos.

"Nicolás, ¿no te enteraste? Claudia me dijo que ya no quiere casarse contigo...".

"No puede ser, Fernanda. Claudia es mi mejor amiga, y sé que ella me quiere". Contestó Nicolás, tratando de mantener su actitud optimista.

Fernanda, interrumpiendo el momento, dijo:

"La verdad duele, Nicolás. Podrías hacerlo mejor".

Nicolás respiró profundo y le respondió:

"Fernanda, si de verdad quieres ser nuestra amiga, estás invitada a nuestra fiesta. Ven y celebrá con nosotros. La felicidad se comparte."

Sorprendida, Fernanda no sabía qué responder. Por primera vez, escuchó una invitación real a incluirla en lugar de dejarla de lado a pesar de sus maldades. Nicolás no solo era alegre, también sabía que la bondad podía cambiar corazones.

En la fiesta, todos se reunieron para celebrar el amor y la amistad. Nicolás, Claudia y Magdalena, todos vestidos de blanco y con sonrisas que iluminaban el lugar, compartieron su felicidad. Fernanda, al observar la alegría de los demás, comenzó a sentir que tal vez era hora de cambiar. Durante la fiesta, se acercó a Nicolás y Claudia.

"¿Puedo unirme? Siento que me perdí de algo especial".

Nicolás sonrió y dijo:

"¡Claro, Fernanda! Este lugar es para todos, y la felicidad se vive mejor en compañía".

A partir de ese día, la alegría de Nicolás empezó a influir en todos, incluso en Fernanda, que se unió a su grupo de amigos y prometió ser más amable.

Así, Nicolás, Claudia, Magdalena y Fernanda demostraron que la bondad siempre puede superar la negatividad, y que la verdadera felicidad proviene de compartir y ser buenos unos con otros. Nicolás no solo se convirtió en un buen futbolista, sino también en un gran amigo, en un espíritu que siempre recordaría que la alegría, cuando es compartida, se multiplica.

FIN.

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