El Sueño de Pedro en París



Había una vez un niño llamado Pedro que vivía en un pequeño pueblo de Argentina. Desde muy pequeño, Pedro había sido un aventurero y soñador. Siempre imaginaba historias emocionantes y fantásticas que le gustaría vivir.

Un día, mientras Pedro jugaba en el parque con sus amigos, escuchó a su hermana mayor hablar sobre su viaje a París.

Sus ojos se iluminaron al escuchar todas las maravillas de la ciudad: la Torre Eiffel, los croissants deliciosos y la gente elegante paseando por las calles. Pedro supo en ese momento que algún día él también iría a París. A medida que pasaban los años, el deseo de visitar París se volvía más fuerte en el corazón de Pedro.

Leía libros sobre la ciudad y miraba documentales para conocer cada rincón de aquel lugar tan mágico.

Un día, mientras navegaba por internet buscando información sobre París, encontró una foto de una señora mayor sentada en uno de los cafés más famosos de la ciudad. La señora tenía una sonrisa cálida y unos ojos brillantes llenos de historia.

En ese instante, algo extraño sucedió dentro del pecho de Pedro; sintió como si esa señora fuera alguien especial para él. Desde entonces, todos los días antes de dormir, Pedro cerraba los ojos e imaginaba cómo sería conocer a esa señora en persona.

Soñaba con caminar junto a ella por las calles parisinas y escuchar todas sus historias fascinantes. El tiempo pasó y finalmente llegó el día en que Pedro cumplió 18 años. Sus padres decidieron hacerle un regalo muy especial: un viaje a París.

Pedro no podía creerlo, ¡iba a conocer su ciudad soñada! Cuando llegaron a París, Pedro estaba emocionado y nervioso al mismo tiempo. Caminaba por las calles con los ojos bien abiertos, tomando cada detalle de aquel lugar mágico.

Un día, mientras paseaba por el famoso café que había visto en la foto, algo increíble sucedió. ¡Ahí estaba ella! La señora de la foto sentada en una mesa junto a la ventana. Pedro se acercó tímidamente y le dijo:- Disculpe señora, me llamo Pedro y soy de Argentina.

He estado enamorado de usted desde que vi esa foto en internet. La señora lo miró sorprendida pero con una sonrisa amable respondió:- Oh querido niño, ¿enamorado de mí? Eso es muy dulce. Mi nombre es Amelia.

Pedro y Amelia comenzaron a conversar como si se conocieran desde siempre. Ella le contó historias sobre su vida en París y él compartió sus sueños y aventuras imaginadas.

A medida que pasaban los días, Pedro aprendió muchas cosas valiosas de Amelia: cómo valorar las pequeñas cosas de la vida, cómo disfrutar el presente y cómo encontrar belleza en cada rincón del mundo. Cuando llegó el día de despedirse, Pedro sintió un nudo en la garganta.

Le dolía pensar que tal vez nunca volvería a ver a Amelia. - Señora Amelia -dijo con voz entrecortada-, ha sido un honor conocerla y compartir estos momentos tan especiales con usted.

Amelia tomó las manos de Pedro y con una mirada llena de cariño le dijo:- Querido Pedro, nunca olvides que el amor y la amistad pueden encontrarse en los lugares más inesperados. Siempre recordaré nuestro encuentro y tú siempre tendrás un lugar especial en mi corazón.

Con lágrimas en los ojos, Pedro se despidió de Amelia y volvió a Argentina. Pero llevaba consigo las enseñanzas y el amor que había encontrado en París. Desde aquel día, Pedro no dejó de soñar y aventurarse.

Sabía que el mundo estaba lleno de personas increíbles por conocer y experiencias maravillosas por vivir.

Y así, con cada paso que daba, Pedro entendía cada vez más que el verdadero tesoro de la vida está en abrir nuestro corazón a nuevas amistades y descubrir la belleza del mundo que nos rodea.

FIN.

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